Los Alpes italianos se extienden a lo largo de casi mil 200 kilómetros (km) y ocupan una superficie de 30 mil km cuadrados, el 10 por ciento del territorio nacional, y están entre las zonas más expuestas a los efectos de la crisis climática.
En los últimos 150 años hubo una reducción del 60 por ciento de la superficie de glaciares, con picos del 82 por ciento en los Alpes Julianos y del 97 en los Alpes Marítimos, acorde con Legambiente.
En las zonas montañosas italianas, y en particular en el arco alpino, – asuntos esenciales del debate- los efectos del cambio climático serán tres veces mayores en grado de magnitud que la media mundial.
Sostiene, además la asociación, que el calentamiento de zonas alpinas es particularmente elevado, con valores iguales al doble que en el resto del país; además, se esperan aumentos de temperatura entre dos y tres grados para 2050, y a fines de siglo oscilarán entre tres y siete grados, según los escenarios de emisión.
Discusión que estará dirigida a evaluar las oportunidades de la estrategia europea para reducir el riesgo y lograr una gestión más prudente de los recursos naturales, incluida el agua.
En la primea reunión sobre el tema, realizada el 8 de abril, la asociación medioambiental más extendida en Italia se pronunció por dar contenido a acciones y políticas específicas aprovechando la prevención y la resiliencia.
Para la organización -según reseñó legambiente.it- el principal esfuerzo deberá estar centrado en mantener el equilibrio entre demanda y disponibilidad de agua sin alterar los ecosistemas, a sabiendas de que la explotación de ese recurso alcanzó un altísimo nivel crítico y en muchos casos ya insostenible.
Respecto a la agricultura también abogó por la reconversión del sistema de riego, basado, por ejemplo, en el goteo, con el propósito de garantizar al menos el 50 por ciento del agua utilizada o incluso recurriendo a reconversiones agrícolas.
Giorgio Zampetti, director general de Legambiente, expresó en el encuentro, según versión de la propia organización, que Italia es la única de las naciones europeas más avanzadas sin un plan de adaptación climática.
Hasta la fecha, apuntó, las emergencias son perseguidas sin una clara estrategia de prevención para proteger y preservar tanto los ambientes naturales como las áreas artificiales.
Entre las ocho reformas reclamadas en esa ocasión están la aprobación de un plan nacional de adaptación al clima; disponer de una norma que aglutine la mitigación de riesgos y la adaptación climática; así como tomar acción para reducir el riesgo, proteger y restaurar los ecosistemas y la biodiversidad.
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