El 19 de julio es emancipación en Nicaragua y toda la América Nuestra. La alegría nos inunda el corazón de nuevo y siempre, en el mes de Julio. Mes altivo y hermoso por las supremas hazañas del pueblo humilde, guerrero, e indómito de Nicaragua, apunta el Cbylo, que recibe su nombre de una combatiente costarricense por la liberación del hermano país.
«Los torrentes de solidaridad fresca, límpida, primaveral, épica, incondicional de los pueblos hermanos del continente y allende los océanos vencieron el terror, la guerra genocida de la dinastía somocista y sus padrinos imperialistas», asegura.
Resalta que derrotaron el analfabetismo, el colonialismo, la miseria pandémica, el latifundio, las academias militares yankis de la tortura, de la guerra psicológica, de la contrainsurgencia, del fascismo, del asesinato político, del odio, del exterminio masivo de la organización popular.
La victoria del FSLN el 19 de julio de 1979 -destaca- es el triunfo de la libertad, del decoro de los pueblos beligerantes que jamás se arrodillarán a los pies de ningún colonialismo, de ninguna aristocracia imperialista, de ningún invasor nazifascista, capital carroñero o terrorismo de Estado.
La victoria del 19 de julio, prosigue, es el hierro hirviente de la valentía del alma, la potencia de las emociones movidas por ideales, utopías, sueños verdaderos, la fuerza ancestral de la sensibilidad en comunión con el pensamiento revolucionario científico y, la praxis del movimiento organizado de los pueblos.
Asevera que el FSLN tuvo la valentía para conducir la justificada ira popular, y ha tenido la sabiduría para rehacerse y continuar los senderos de más victorias, dirigiendo la gobernanza democrática, antimperialista y protagónica de un pueblo inteligente e indomable, que se reinventa en las tradiciones revolucionarias.
El Cbylo honra a los héroes, heroínas y mártires ticos de la Revolución sandinista Marcial Salas Blanco, Carlos Agüero Echevarría, Chato Medrano, Cro. Avendaño, Comandante Domingo, Antonio Mendoza, Yamileth López, Pepe Romero, Manuel Monge y Wilson Arroyo, quienes con su sangre enraizaron la hermandad eterna de los pueblos de Costa Rica y Nicaragua.
Exalta que «con fervor revolucionario, emoción y convicción insuperables, ellos empujaron el fusil para liberar Nicaragua, Centroamérica y la Patria Grande del oscurantismo, la tiranía, la expoliación imperialista, el fascismo macabro, las botas invasoras del terrorismo y la rapiña de la oligarquía washingtoniana».
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