El primer ministro designado por el Parlamento, Fathi Bashagha, anunció el fin de semana que podría entrar por la fuerza en esta capital, controlada por el Gobierno de Unidad Nacional, encabezado por su rival, Abdul Hamid Dbeibeh.
En respuesta, varias milicias que apoyan a este último comenzaron a movilizar sus unidades ante la posibilidad de un nuevo conflicto.
A su vez, el Consejo Presidencial, un órgano colegiado que desempeña las funciones de un jefe de Estado, sostuvo una reunión con las autoridades y jefes militares del occidente del país para buscar una solución a la crisis.
En el encuentro participaron el presidente del Consejo, Muhammad al-Manfi, y su adjunto, Abdullah al-Lafi, así como Dbeibeh y los principales comandantes del Ejército, de la Inteligencia y la Policía de las regiones occidentales.
También la misión de Naciones Unidas en Libia se mostró preocupada por la situación y llamó a las partes implicadas a rebajar la tensión.
En febrero el Parlamento nombró a Bashagha como primer ministro interino en sustitución de Dbeibeh, quien anunció que solo entregará el poder a las autoridades emanadas de las urnas.
Dbeibeh y su gabinete están asentados en esta capital mientras el ejecutivo de Bashagha tiene su sede en la oriental ciudad de Tobruk, donde también se encuentra el legislativo.
El primero es respaldado por el Consejo Presidencial y el segundo tiene el apoyo del hemiciclo y de las fuerzas del mariscal Jalifa Haftar, hombre fuerte en la zona oriental del país.
Libia vive una espiral de violencia desde el derrocamiento de Muamar al Gadafi en 2011, luego de una guerra apoyada por miembros de la Organización del Tratado del Atlántico Norte, entre ellos, Estados Unidos, Francia y el Reino Unido.
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