El secretario general del organismo multilateral, Antonio Guterres, subrayó que la participación plena y efectiva de esa minoría étnica es parte inherente de la solución a la crisis, informó este jueves el portavoz Stephane Dujarric.
Comunicó que la enviada especial de Guterres a Myanmar, Noeleen Heyzer, quien también visitó Bangladesh, pudo presenciar de primera mano la asistencia de las agencias de la ONU a esas personas que huyeron de Myanmar tras una campaña militar en el estado de Rakhine.
Tras el estallido de violencia y persecución ocurrido el 25 de agosto de 2017, unos 700 mil rohinyás se vieron forzados a trasladarse a Bangladesh, donde la situación en los campos de refugiados es compleja.
Cinco años después de esos sucesos no se vislumbra una solución para que recuperen su vida normal y miles de ellos protagonizaron este jueves concentraciones en sus campos de refugiados con pancartas para exigir un retorno seguro a su natal Rakhine, en el oeste de la antigua Birmania.
En última instancia, es responsabilidad de Myanmar establecer las condiciones propicias para el regreso voluntario, seguro, digno y sostenible de todos los refugiados y personas desplazadas por la fuerza, afirmó Heyzer.
Myanmar, donde la religión mayoritaria es el budismo, no ofrece ciudadanía a esa minoría musulmana ni los reconoce como uno de los grupos étnicos del país.
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