Los expertos coinciden en la necesidad de crear mayor conciencia para proteger sus hábitats y las rutas migratorias, debido a que en las últimas décadas disminuyen las poblaciones por causa de la pérdida del entorno adecuado y la perturbación antrópica.
Otros factores que inciden de manera negativa son la polución ambiental, la afluencia vehicular en las zonas de nidificación, las actividades recreativas en las dunas y el acecho de otros animales a sus nidos.
La Convención sobre las Especies Migratorias de Animales Silvestres insistió también sobre el daño ocasionado por la contaminación lumínica, al provocarles desorientación al volar de noche, así como colisiones con edificios, perturbación en sus relojes internos que interfieren en su capacidad para emprender sus migraciones.
Este grupo ornitológico puede recorrer largas distancias y en su mayoría, realizan dos movimientos migratorios anuales, como en otoño hacia el sur para llegar a sus áreas de invernada y hacia el norte en primavera para la temporada de reproducción.
Los estudiosos estiman la existencia de más de 200 especies de aves migratorias y residentes con variedad en forma y tamaño y proponen la aplicación de acciones encaminadas a la conservación de esas aves y de los ecosistemas de los cuales dependen a lo largo de todo el continente.
La Gaviota común o del Pacífico, el Playero rojizo o blanco y el Alcatraz, representan algunas especies que se encuentran en dunas, playas de arena, humedales costeros e interiores, pastizales y otros hábitats que prefieren para vivir.
Los humedales, por ejemplo, son fuente de una importante diversidad biológica por contar con depósitos de material genético que ellas emplean para alimentarse, además de ser uno de los lugares donde mayormente anidan.
Para los expertos, la salvaguarda de estas criaturas, que tienen al mar y los litorales como principales lugares para la supervivencia, es responsabilidad de todos los seres humanos.
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