Según los expertos, es un trastorno hereditario caracterizado por la debilidad muscular progresiva que, por lo general incide en los varones, aunque las niñas pueden ser portadoras y estar moderadamente afectadas.
Un artículo científico de la revista estadounidense Medline Plus explica que es causada por un gen defectuoso para la distrofina (proteína en los músculos) y que a menudo se presenta en personas con familias sin antecedentes conocidos de esta afección.
Por tal motivo, la publicación recomienda la asesoría genética en el caso de alguna sospecha, pues los estudios de ese tipo que se realizan durante la gestación son muy precisos para detectar ese padecimiento.
En la mayoría de los casos, los síntomas aparecen antes de los seis años de edad, incluso desde la lactancia y los más frecuentes a lo largo de la enfermedad, pueden ser fátiga, problemas de aprendizaje, debilidad muscular, dificultad progresiva para caminar y trastornos cardíacos.
Los especialistas coinciden que esa distrofia muscular no tiene cura, pero la fisioterapia y los medicamentos como los corticosteroides pueden controlar los síntomas y mejorar la calidad de vida.
En el orbe su incidencia anual aproximada es de uno cada cinco mil recién nacidos vivos varones y la falta de concientización del asunto solo demora el adecuado tratamiento a los pequeños que lo necesitan.
La obtención de un diagnóstico precoz permite al niño acceder de forma temprana a un tratamiento médico adecuado que incluye rehabilitación y otras terapias contra el estrés que posibilitarán bienestar para la familia en general.
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