En entrevista con Prensa Latina el director del Centro de Investigaciones de la Economía Mundial (CIEM), Ramón Pichs, significó que el planeta se encuentra en una profunda situación de asimetría que en algunas regiones específicas se polarizan y son más extremas.
Los países altamente industrializados -menos del 15 por ciento de la población mundial- generan el 63 por ciento de las exportaciones globales, mientras naciones en desarrollo donde viven más del 80 por ciento solo aportan el 31, reflexionó.
Pero igual –puntualizó- ocurre en los 39 países más endeudados, con el 10 por ciento de la población mundial no llegan ni al uno por ciento de las ventas al exterior, y apenas al 1,6 del Producto Interno Bruto (PIB) del orbe.
Ello significa que no tienen suficientes recursos para potenciar su desarrollo económico futuro, y son atrapados en un círculo vicioso de subdesarrollo y pobreza, y sin vislumbrar una salida mediata, sobretodo, en las condiciones actuales, agregó.
No se trata solo cómo se encontraba el mundo con la llegada de la pandemia de la Covid-19, sino cuál será la estrategia para solucionar los problemas, cuestionó.
DETERIORO ECONÓMICO Y SOCIAL EN 2020
En 2020, el mundo experimentó un contracción del 3,5 por ciento del PIB, se perdieron el 8,8 por ciento de las horas de trabajo a nivel mundial -equivalentes a 225 millones de empleos a tiempo completo-, siendo las regiones más afectadas América Latina, Europa meridional y Asia meridional, profundizó Pichs.
Los ingresos provenientes del trabajo disminuyeron en 3,7 billones (millón de millones) de dólares semejantes al 4,4 por ciento del PIB mundial, y las mayores pérdidas se registraron en el continente de Las Américas, destacó.
Las mujeres, jóvenes y empleados informales fueron y son los más golpeados durante la pandemia. En el caso del sector informal representa el 30 por ciento de la fuerza laboral en los países de bajos ingresos, y el 15 en naciones desarrolladas, se trata -explicó- de puestos de trabajo muy asociados a la inequidad.
El turismo también cayó, con una contracción del 70 por ciento las pérdidas son valoradas en 1,3 billones (millón de millones) de dólares, y se puso en riesgo la ocupación de entre 100 y 120 millones de personas, y sin probable retorno a los niveles prepandémicos hasta 2023, según datos de la Organización Mundial del Turismo, citados por Pichs.
Igualmente, subrayó, la disminución de las remesas internacionales afectó a un conjunto de países en desarrollo muy dependiente de esos flujos debido a las propias dificultades de las naciones desarrolladas, pues en su mayoría son emisores de ese tipo finanzas.
TENDENCIAS ECONÓMICAS PARA 2021
Los rebrotes y la aparición de otras cepas del virus generan lógicamente nuevas preocupaciones, estamos en situación de grandes incertidumbres en la economía mundial, remarcó.
Aunque los procesos de vacunación son una esperanza su aplicación es inequitativa, y una vez más son relegados importantes segmentos de la población global que se encuentran en situación de pobreza y marginación, ello refuerza la necesidad de la cooperación multilateral y garantizar mayor acceso a los inmunógenos, argumentó.
Pichs significó que a pesar del alto grado de incertidumbre, en abril el Fondo Monetario Internacional proyectó un crecimiento económico del seis por ciento para 2021 y del 4,4 por ciento para 2022. Pero alertó que la recuperación de la pandemia será en correspondencia con el acceso a las intervenciones médicas y la efectividad de las políticas de apoyo.
Los niveles bajos y generalizados de la enfermedad se podrán apreciar hacia finales de 2022 en dependencia de la expansión en la aplicación de las vacunas, las terapias mejoradas, y el progreso en cuanto a pruebas, monitoreo y trasmisión local del virus, aunque en algunos países podría ser más rápido, abundó el también Doctor en Ciencias.
En tanto, se prevé un reforzamiento de la pobreza y la inequidad en 2020-2021, y que la pobreza extrema alcance a unos 95 millones de personas, un indicador que se refiere a los individuos que viven en condición de miseria total y marginalidad.
Por otro lado, existe un retraso en la acumulación del capital humano, y ejemplificó que en educación los estudiantes pierden gran cantidad de horas clase sobre todo en los países más pobres sin condiciones para pasar a programas virtuales con celeridad y generalizar la aplicación de estos, un cálculo aun pendiente por hacer.
Pichs recordó que a inicios de 2020 muchos países registraban niveles elevados de endeudamiento, en un entorno de crisis económica reforzada por la Covid-19, valorada en su conjunto -públicas, empresariales, familiares, del sector financiero-, en unos 277 billones de dólares (365 por ciento del PIB mundial).
Una tendencia que de mantenerse, advirtió, alcanzaría unos 360 billones de dólares para 2030.
Es un mundo muy endeudado, enfatizó, y por supuesto los más pobres se encuentran en una situación más difícil al no tener condiciones para generar los ingresos suficientes como para reproducirse en esta situación de crisis y al mismo tiempo saldar esos compromisos.
Pero el caso de la deuda externa en los países en desarrollo totalizó unos 11 billones de dólares en 2020, solo en ese año transfirieron por concepto de servicio de la deuda a los acreedores (pago de intereses y amortizaciones) cerca de cuatro billones de dólares, amplió.
Solo por ese concepto en el período 2012-2020 los deudores transfirieron a sus acreedores cerca de 30 billones de dólares, que cuantificados en ingresos por exportaciones de bienes y servicios representa el 50 por ciento. En regiones como América Latina es peor esa proporción (57 por ciento), acotó.
Ello evidencia porque se dice que la deuda es un poderoso obstáculo para el desarrollo de los países de menores ingresos, significó.
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