Según detalló Truss este jueves en el Parlamento, como parte del plan diseñado por su gobierno para enfrentar la crisis del costo de la vida, un hogar típico británico no pagará más de dos mil 500 libras (unos 2,880 dólares) por su factura energética durante los próximos dos años.
A finales del mes pasado, el regulador de la energía autorizó a las compañías proveedoras a cobrar a sus clientes hasta tres mil 549 libras esterlinas (unos cuatro mil 200 dólares) anuales por el servicio, lo que representó un aumento del 80 por ciento con respecto al precio vigente desde abril.
Admito que la gente tiene dificultades para pagar las facturas, y es por ellos que busqué tener este debate cuanto antes para darle a la población la seguridad de que este invierno sus facturas serán asequibles, aseveró Truss, quien dos días atrás reemplazó al dimitente Boris Johnson en el cargo de primer ministro del Reino Unido.
La gobernante conservadora, quien aseguró que su plan energético ayudara a reducir la inflación en un cinco por ciento, reiteró su rechazo a financiar el gasto con un impuesto único a las ganancias de las petroleras, como propone la oposición.
No cederemos a la demanda del líder de la oposición (el laborista Keir Starmer) que aboga por un financiar esto con un impuesto único, recalcó Truss, quien considera que el gravamen desestimulará las inversiones de las trasnacionales en el país.
La primera ministra también prometió poner fin a la actual moratoria sobre el uso de la fracturación hidráulica (fracking) para extraer el gas de esquisto, y fomentar el uso de la energía nuclear.
Durante el debate en la Cámara de los Comunes, Starmer advirtió que el plan anunciado por Truss “no será barato”, y que su negativa a gravar las ganancias de las petroleras significa que tocará a los trabajadores pagar los gastos.
En opinión del líder laborista, no hay razón que impida aplicar el impuesto sobre los beneficios de las trasnacionales, cuyas ganancias, dijo, rondan los 170 mil millones de libras (más de 196 mil millones de dólares) debido al alza de precios provocado por la guerra en Ucrania.
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