La experta argumentó que experiencias internacionales demuestran que las campañas contra ese flagelo pueden ser efectivas al dejar de considerar al sector sanitario como el único responsable.
Llamó a diversificar la forma de actuación en ámbitos como la educación, las asociaciones no gubernamentales y el Estado pues, subrayó, el médico interviene cuando ya hubo un hecho «prácticamente consumado».
Larroba consideró desfavorable la situación en Uruguay, donde aseguró que las cifras de suicidio continúan creciendo.
Entre enero y mayo de 2022 se registraron “349 suicidios, cifra que creció en 25 por ciento respecto al mismo período del año anterior”, con tendencia al aumento entre los adolescentes.
Acotó que en el país sudamericano hay «suicidio masculinizado» por la amplia diferencia entre mujeres y hombres que intentan quitarse la vida, y lo atribuyò a diversos motivos sociales, entre ellos el desempleo.
También señaló asimetrías entre la alta tasa de suicidios en el interior comparado con la situación en Montevideo.
Esta semana, la Administración de Salud de los Servicios del Estado (ASSE) presentó una Guía de Postvención por suicidio en adolescentes para implementar en el primer nivel de atención de los centros de salud.
El presidente de la institución, Leonardo Cipriani, agregó que ASSE creó un nuevo grupo de expertos para capacitar a quienes trabajan en urgencia y emergencia, acción que se suma “al aumento de cargos de psiquiatría y psicología” en salud pública.
Según el ministro de Salud, Daniel Salinas, “Uruguay tiene una de las tasas de suicidio más altas de la región”, sobre todo en personas mayores de 75 años y en jóvenes de entre 15 y 29.
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