Los mexicanos estaban ansiosos de que llegara este día pues hacía dos años que, por la Covid-19, no se reunían frente al Palacio Nacional para escuchar el tradicional Grito de Dolores, un remedo del que dio la noche del 15 y la madrugada del 16 en Guanajuato el cura Miguel Hidalgo y Costilla.
El propio presidente Andrés Manuel López Obrador hizo la convocatoria para que lloviera, tronara o relampagueara, el pueblo se reuniera para iniciar la fiesta a las ocho de la noche, hacer un paréntesis a las 11 para escuchar el grito, y seguirla después de este hasta las tres de la madrugada del 16.
¿Cuántas personas se congregaron? Es seguro que más de las 200 mil que caben apretujadas en la explanada, si se cuentan las calles que convergen en el Zócalo, pero fue una concurrencia de las mayores que se recuerden.
La fiesta la amenizó el popular grupo de música norteña Los Tigres del Norte con sus famosos corridos y la alegría de su música regional que animó a la multitud, la cual empezó a llenar la plaza desde el mediodía para no quedarse fuera de la plaza.
Los Tigres no dejaron dudas de su fama, de por qué es el único grupo mexicano que ha logrado ganar seis premios Grammy y 12 Grammy Latino, que su música haya traspasado fronteras y los motivos por los cuales han filmado 40 películas.
El entorno para el espectáculo no pudo ser más llamativo con los frontales de las edificaciones iluminados con los colores de la bandera y decorados con la simbología de la lucha por la independencia de 1810 y la Revolución de 1910 en los que se exaltan los signos patrios y los grandes héroes de su rica historia.
Por disposición oficial, el jolgorio no puede esperar la salida del sol a fin de despejar la plaza con tiempo suficiente para ser ocupada poco después por las tropas que participarán en el tradicional desfile militar hacia Campo Marte, donde concluye el 16 la conmemoración.
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