El soberano, a quien el deceso de su progenitora el 8 de septiembre pasado le abrió automáticamente el acceso al trono británico, viajó este viernes a la capital galesa para asistir a un servicio religioso y recibir las condolencias del parlamento local.
Aunque miles de personas salieron a las calles a saludar al monarca y desearle larga vida, también se escucharon abucheos durante la transmisión en vivo de la cadena Sky News.
Un grupo numeroso congregado frente al castillo de Cardiff enarboló pancartas donde se leía “¿Rey? No gracias”, y un hombre al que Carlos III se acercó para estrecharle la mano, le reclamó por el alto costo de las ceremonias reales en medio de la crisis del costo de la vida.
Mientras nosotros pasamos trabajo para calentar nuestros hogares, tenemos que pagar su desfile, le increpó el individuo, mientras el monarca se alejaba sin responderle.
La muerte de la reina Isabel II tras siete décadas de reinado reavivó el debate sobre la monarquía británica, aunque según las encuestas, más del 60 por ciento de la población desea que se mantenga.
Para los defensores de la corona, la mejor prueba de ese apoyo es los miles de personas que hacen una cola maratónica de hasta 12 horas para despedirse de la monarca, cuyo féretro está en capilla ardiente en el Palacio de Westminster desde hace dos días.
La enorme asistencia de público obligó incluso a las autoridades a suspender temporalmente este viernes el acceso a la fila, y al reanudarlo, advirtieron a los dolientes que podrían demorar hasta 24 horas para pasar frente al ataúd.
Los funerales de Isabel II, fallecida a los 96 años, concluirán el lunes con una ceremonia en la Abadía de Westminster, con la presencia de decenas de jefes de Estado o Gobierno, o sus representantes, y miembros de la realeza de otros países.
oda/nm