Al grito de “¡Justicia!” la marcha arrancó en la Columna de la Independencia El Ángel, hacia el Zócalo capitalino, reforzado militarmente y blindado el frente del Palacio Nacional por amenazas de violencia con cocteles molotov y petardos.
Grupos violentos, incluidas presuntas feministas que acostumbran infiltrar cualquier marcha para desnaturalizar su contenido y objetivos, comenzaron temprano con el uso de la fuerza al romper cristales a su paso y lanzar piedras, con lo cual estuvieron en desacuerdo los familiares de los jóvenes asesinados.
Mujeres y hombres encapuchados, y armados con tubos, spray de pinturas que usaban incluso contra las cámaras de reporteros de la televisión y fotógrafos, y otros artefactos, se veían en plena actividad provocadora y destructiva para desnaturalizar la marcha.
En la calle 5 de Mayo, en el Centro Histórico, hombres y mujeres vestidos de negro lanzaron bombas molotov contra los policías que ya estaban preparados para apagar el fuego que provocaban también con otros artefactos explosivos.
El propio presidente Andrés Manuel López Obrador reveló los planes de los adversarios a su gobierno para desvirtuar las justas razones de los padres de los normalistas que exigen castigo a los responsables de la masacre.
En la marcha participan normalistas de diversos estados del país, así como estudiantes de la Universidad Nacional Autónoma de México y de la Pedagógica, entre otros. Igualmente, organizaciones populares y sindicales acompañaron a los familiares.
¡Vivos se los llevaron! ¡Vivos los queremos! Y ¡Ayotzinapa vive! fueron las consignas principales, aun cuando ya quedó establecido el horrendo asesinato ocurrido en su mayor parte la noche del 25 y la madrugada del 26, aunque los últimos seis los mataron dos o tres días después.
Varios bloques de marchistas portaban féretros de cartón con la imagen del expresidente Enrique Peña Nieto y el exalcalde de Iguala, José Luis Abarca, y otros con las del procurador general Jesús Murillo Karam, detenido, y Tomás Zerón, prófugo de la justicia y asilado en Israel, autores de la mentira conocida como “verdad histórica” para dar por cerrado el caso.
Aunque las investigaciones están muy adelantadas, y se esclarecen las aguas sobre los dos aspectos principales, el asesinato y la mentira que lo encubrió, los familiares quieren una aceleración del proceso y el juzgamiento de los autores materiales e intelectuales y sus encubridores, incluido el expresidente Peña Nieto.
El abogado que los representa se quejó de que se ha desistido de 16 órdenes de aprehensión contra militares y de cinco funcionarios en el Estado de Guerrero, lo cual interpreta como un retroceso.
Los marchistas pudieron llegar al Zócalo a pesar de la violencia de los autodenominados anarquistas, gracias a que elementos de la policía soportaron los ataques con enormes escudos para impedir que fueran heridos.
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