El sumo pontífice presidió este domingo a las 10:15 hora local la celebración eucarística y el rito de canonización de los beatos Zatti y Scalabrini, con la presencia de delegaciones oficiales de Italia y Argentina, indica una nota oficial de la oficina de prensa del Vaticano.
El obispo de Roma destacó que “el hermano salesiano Artémides Zatti, con su bicicleta, fue un ejemplo vivo de gratitud. Curado de la tuberculosis, dedicó toda su vida a saciar las necesidades de los demás, a cuidar a los enfermos con amor y ternura”.
En 1977 los obispos de Argentina solicitaron al papa Pablo VI el inicio del proceso de canonización de Zatti (1880-1951), inmigrante italiano laico de la Sociedad Salesiana de San Juan Bosco, que dedicó su vida en ese país sudamericano al cuidado de los enfermos en la Patagonia.
El 14 de abril de 2002, el papa Juan Pablo II lo declaró beato y este domingo, 9 de octubre, Francisco celebró su canonización por lo que desde hoy Argentina tiene un nuevo santo.
Sobre el obispo Scalabrini (1839-1905), el sumo pontífice resaltó que “fundó dos congregaciones para el cuidado de los migrantes, una masculina y una femenina, y afirmaba que en el caminar común de los que emigran no había que ver sólo problemas, sino también un designio de la Providencia”.
“En el día en que Scalabrini se convierte en santo, quisiera pensar en los migrantes”, expresó Bergoglio y añadió que “es escandalosa la exclusión de los migrantes. Es más, la exclusión de los migrantes es criminal, los hace morir delante de nosotros”
“Y es así que tenemos hoy el Mediterráneo, que es el cementerio más grande del mundo. La exclusión de los migrantes es repugnante, es pecaminosa, es criminal”, enfatizó.
“Scalabrini miraba más allá, miraba hacia el futuro, hacia un mundo y una Iglesia sin barreras, sin extranjeros. Por su parte, el hermano salesiano Artémides Zatti, con su bicicleta, fue un ejemplo vivo de gratitud”, agregó Francisco.
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