Un sistema de sonoboyas, único en todo el hemisferio sur, comenzó a ser instalado en el golfo de Corcovado, en la región de Los Lagos, con el objetivo de alertar a los barcos de la presencia de estos cetáceos, considerados aquí como monumento nacional.
En esa zona habita el 10 por ciento de la población mundial de ballenas azules, además de contar con la presencia de delfines chilenos, lobos marinos y colonias de pingüinos, cormoranes y fardelas.
Las sonoboyas tienen la capacidad de detectar en tiempo real los sonidos emitidos por las ballenas y avisar a las embarcaciones para que disminuyan su velocidad y evitar así golpearlas.
El tráfico marítimo es la principal amenaza para estas especies, pues además de la posibilidad de impactarlas, el ruido que genera les ocasiona daño auditivo y limita su capacidad de comunicarse entre ellas.
La ministra chilena de Medio Ambiente, Maisa Rojas, dijo que “las ballenas son verdaderas ingenieras de ecosistemas, especies clave para el bienestar de los océanos y en el combate al cambio climático”.
Se considera que cada uno de estos enormes cetáceos puede capturar en toda su vida hasta 33 toneladas de carbono.
El Gobierno de Chile espera replicar la instalación de sonoboyas a lo largo de todas sus costas en colaboración con la iniciativa The Blue Boat y la Fundación Meri.
Además, en la norteña península y bahía de Mejillones las autoridades locales firmaron un acuerdo con empresas de transporte marítimo destinado a que los barcos modifiquen sus rutas.
Las colisiones son una de las principales causas de muerte de ballenas en todo el mundo, aseguró Ana García, experta y cofundadora de la organización no gubernamental Centro de Investigaciones de la Fauna Marina y avistamiento de Cetáceos.
En la bahía de Mejillones funcionan nueve terminales portuarias que generan un intenso tráfico naval, de allí la importancia de este acuerdo, agregó García.
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