Como representante de la antigua metrópoli, Le Drian se apoyará en medidas coercitivas para ablandar las posiciones de quienes están a cargo de formar un ejecutivo del cual carece el país desde agosto de 2020.
Los gobernantes franceses analizan con sus socios de la Unión Europea imponer sanciones contra quienes obstaculizan instalar la próxima alineación gubernamental libanesa que allanaría el camino a la prometida ayuda financiera internacional.
En dos oportunidades falló la llamada iniciativa de París y en ambas ocasiones, tras visitas del presidente francés, Emmanuel Macron, a quien se suponía que tendrían algún respeto los jefes de los principales grupos políticos libaneses.
Macron viajó a Beirut poco después de la explosión en el puerto capitalino, el 4 de agosto de 2020, que dejó un saldo de más de 200 muertos, unos seis mil 500 heridos y la destrucción de las viviendas de 300 mil personas.
Pasaron ocho meses y las promesas hechas al jefe del Estado francés siguen sin concretarse y, por el contrario, se distanciaron aún más las posturas de los bandos encargados de nominar el gabinete.
A Le Drian le tocará lidiar con ese panorama de enfrentamiento que parece ser el usual modo de hacer política en este país con costas al mar Mediterráneo oriental.
Analistas recuerdan los 29 meses (de mayo de 2014 a octubre de 2016) en que Líbano estuvo sin presidente ante interminables debates a favor y en contra de los aspirantes al mandato.
La diferencia es que hoy, Líbano acusa una de las peores épocas de su historia moderna con una crisis económica y financiera que hundió a casi 55 por ciento de la población por debajo del umbral de la pobreza.
A ello se suma la paralización de todas las actividades con motivo de la pandemia de la Covid-19, como resultado de la cual la ruina destruyó el nivel de vida de gran parte de la clase media que está a punto de ser historia.
Aún no está claro hasta dónde llegará el ministro francés de Relaciones Exteriores en las presiones contra los políticos libaneses, pero en cualquier caso la percepción popular está dividida entre quienes hacen votos porque hagan efecto y los que la estiman injerencia.
agp/arc