Los pastores Pierres Rigaud Julien y Paul Rachel Cadet indicaron que el diálogo debe incluir a toda la sociedad “porque el problema y la solución de Haití es interno”, señalaron los sacerdotes protestantes.
Asimismo, estimaron que la pobreza está alimentada por la deshonestidad, maldad y corrupción y alentaron a la población a tomar conciencia de sus raíces y retrocesos históricos con el fin de encontrar soluciones eficaces y adecuadas que permitan construir un futuro mejor para el país.
En este sentido urge el diálogo, aseguraron los religiosos para los cuales el desbloqueo de la situación nacional no es una prerrogativa de los políticos, de una clase socioeconómica o de una religión, sino un asunto que concierne a todos los hijos de la patria.
Haití atraviesa una grave crisis económica, política y sociales en los últimos años, agravada tras el asesinato del presidente Jovenel Moïse, cuya muerte afianzó el vacío institucional.
Además, los grupos armados crecieron sin control y actualmente se establecen en zonas estratégicas aumentando la cifra de secuestros y asesinatos mientras impiden la libre circulación de personas y bienes.
Desde mediados de septiembre las pandillas también bloquean la distribución de los combustibles, lo cual pone en riesgo el funcionamiento de servicios esenciales como la atención médica, potabilización de agua y administración pública.
A pesar del grave escenario los políticos no llegan a un acuerdo común y recientemente el primer ministro Ariel Henry solicitó el despliegue de fuerzas internacionales para contener la acción de las bandas, decisión que provocó un amplio rechazo.
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