Al margen del interés que tienen los legisladores por conocer detalles sobre las medidas económicas que aplicará para enfrentar la crisis del costo de la vida y frenar la inflación, se prevé que el flamante gobernante sea cuestionado por la composición de su nuevo gabinete.
Las críticas se centran sobre todo en el nombramiento de Suella Braverman, a quien Sunak reinstaló como ministra del Interior, a pesar de que la diputada ultraconservadora renunció al cargo la semana pasada por violar los protocolos de seguridad inherentes a su puesto.
Al presentar su dimisión, la funcionaria dijo que utilizó su correo electrónico privado para enviar un documento oficial a otro diputado, pero también aprovechó para criticar la gestión de la primera ministra anterior, Liz Truss, quien a la postre tuvo que renunciar, presionada por el caos financiero y el rechazo generalizado que provocó su rebaja de impuestos masiva.
El regreso al Gobierno de Braverman es rechazado por amplios sectores de la sociedad británica y organizaciones defensoras de las libertades civiles, por sus declaraciones a favor de la deportación expedita de los inmigrantes irregulares que llegan al Reino Unido, y sus promesas de dar más poderes a la policía para dispersar las manifestaciones callejeras.
En su primer discurso a la nación tras mudarse la víspera a la residencia oficial de los primeros ministros británicos en el número 10 de Downing Street, Sunak prometió enmendar los errores económicos de Truss y unir a un país que ha tenido tres gobernantes conservadores este año.
La oposición política considera, sin embargo, que esos cambios en la jefatura del Gobierno demuestran que los tories están incapacitados para liderar al Reino Unido después de 12 años en el poder, por lo que exigen que se adelanten las elecciones generales previstas para finales de 2024 o principios de 2025.
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