La comisionada de Agricultura, Desarrollo Rural y Economía Azul de la Unión Africana (UA), Josefa Sacko, confirmó el estimado de las compras, al intervenir ayer en un foro online sobre procesamiento de alimentos, coordinado desde Harare, la capital de Zimbabwe.
«No hay absolutamente ninguna razón para que África sea una región importadora neta de alimentos. África debe alimentarse y convertirse en una potencia mundial en alimentación y agricultura», subrayó la ingeniera agrónoma, citada aquí por el Jornal de Angola.
A juicio de la experta, el fomento de la industria de procesamiento podría contribuir a reducir el hambre, incrementar la actividad agrícola, generar empleos y ofrecer nuevas oportunidades económicas asociadas al Tratado de Libre Comercio Continental Africano.
Triplicar el comercio intra-africano de commodities agrícolas es uno de los objetivos de la Declaración de Malabo de 2014, comprometida en desarrollar la agricultura y mejorar la seguridad alimentaria para 2025, recordó Sacko en otra intervención sobre el tema.
En un discurso pronunciado este lunes en Senegal, el presidente de Angola, João Lourenço, señaló que la pandemia de la Covid-19 agravó la miseria y aumentó, exponencialmente, la probabilidad del surgimiento de nuevos factores de tensión en territorios africanos.
Con la sequía prolongada viene la pobreza extrema, la pérdida de ganado que a veces es la única fuente de riqueza de las poblaciones, afirmó el mandatario en el octavo Foro Internacional de Dakar sobre Paz y Seguridad en África.
La pobreza extrema, opinó, “es un campo fértil para los traficantes de personas, la prostitución y la emigración ilegal a Europa o incluso para alimentar las filas de los movimientos fundamentalistas que provocan inestabilidad y fomentan el terrorismo en el continente”.
Según estudios de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), las pérdidas de alimentos cuestan cada año solamente al África subsahariana unos cuatro mil millones de dólares.
La mayor parte de la merma ocurre entre la cosecha y el punto de venta, pues los consumidores desperdician muy poco después de la compra, juzgó el organismo.
Algunas de las principales causas, indicó la agencia, son la falta de instalaciones de cadena de frío, especialmente para los productos perecederos, el almacenamiento inadecuado y las escasas habilidades de procesamiento agrícola entre las comunidades de pequeños agricultores.
Investigaciones de la FAO, previas a la Covid-19, calcularon que los desperdicios agrícolas de frutas y verduras en África subsahariana eran de hasta un 50 por ciento, mientras consideraron una proporción de hasta 18 por ciento en el caso de los cereales y las legumbres.
Una agrupación de organizaciones no gubernamentales internacionales advirtió el pasado 16 de octubre que al menos 58 millones de habitantes, incluidos casi 29 millones de niños y niñas, en toda África occidental y central, sufren de inseguridad alimentaria aguda.
La alerta partió de la Alianza Joining Forces, compuesta por entidades como Save the Children, World Vision, Aldeas Infantiles SOS, Terre des Hommes, Educo y Plan International.
Sin embargo, sería una falacia absolutizar la falta de comida, en los supermercados africanos abundan, por ejemplo, los surtidos de importación a cuenta del mencionado gasto de los 49 mil millones de dólares anuales, pero las ofertas están a disposición de la demanda solvente.
Entidades no gubernamentales como Oxfam Intermón sustentan que la inequidad extrema es resultado de decisiones políticas y económicas y «puede revertirse».
Las desigualdades económicas, de género y raciales hacen que unas pocas personas acumulen poder y riqueza mientras la inmensa mayoría se queda al margen, apunta la institución.
Según Oxfam Intermón, los 10 hombres más ricos del mundo poseen más riqueza que los tres mil 100 millones de personas, integrantes del 40 por ciento más pobre de la humanidad.
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