Desde muy temprano las familias fueron llegando a la ruta del desfile que partió desde la Puerta de los Leones del bosque de Chapultepec, y poblaron la hermosa avenida después de dos años de que el festejo más popular de México no se realizara por la pandemia de Covid-19.
Se sabía de antemano que lo iban a disfrutar mucho, y la mayoría de las familias iban también disfrazadas con los rostros pintados y trajes de calavera los hombres y las mujeres de catrinas con sus faldas largas de llamativos colores.
Los bloques, representando a cada una de las tradiciones, los cuatro paraísos, las aves que guían a los muertos a esos parajes, y en particular las flores de cempasúchil con su intenso amarillo, iban acompañados de bandas de música y cuerpos de bailarines.
La gritería, risas, bailes y piruetas se mantuvieron durante todo el recorrido hasta el Zócalo, ya lleno totalmente y hermosamente adornado con miles de flores y figuras de papel como se acostumbra en esta fecha.
Allí cerró el desfile con actuaciones de artistas reconocidos en el país y hermosos trabajos de pirotecnia, esta vez con el uso de drones que iluminaron el cielo con un derroche de fantasía tremendo.
Fue una jornada de Día de Muertos en la que la gente se sintió más viva que nunca.
oda/lma
