En una carta dirigida al Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, el director general, Alain Villard, explicó que hicieron todo lo posible para mantener las actividades y garantizar los ingresos de los empleados.
Sin embargo, agregó, “la esperanza de una mejora de la situación de seguridad que pueda facilitar el despacho de materias primas y el suministro de combustible parece cada vez más improbable e incierta”.
La compañía está emplazada en Croix des Bouquets, un suburbio en el noreste de esta capital que lleva meses bajo la influencia de las pandillas, cuyos enfrentamientos durante abril y mayo dejaron más de 200 fallecidos y decenas de miles de desplazados. Villard recordó que es la segunda vez en menos de ocho meses que se ven obligados a cerrar sus puertas como consecuencia de la inseguridad.
Como Digneron Manufacturing SA muchas empresas de Haití tuvieron que detener sus producciones o reducir los horarios en medio de la escalada violenta y el bloqueo que desde mediados de septiembre sostienen las bandas a la principal terminal petrolera del país.
En una situación similar se encuentran los hospitales, muchos de los cuales prestan servicios mínimos e incluso algunos comenzaron a importar combustible desde la vecina República Dominicana.
Otras entidades como las potabilizadoras de agua, bancos y administración pública proporcionan solo servicios esenciales y las escuelas aún no pudieron iniciar el año académico, con lo que cuatro millones de niños y jóvenes están privados de la enseñanza.
A inicios de octubre el Gobierno solicitó el despliegue de tropas extranjeras para contener a las bandas y permitir la distribución de combustibles y otros insumos bloqueados en los puertos, una petición que provocó rechazo de plataformas sociales y políticas.
Desde entonces las autoridades no se pronunciaron sobre la crisis nacional mientras los precios de la canasta básica, transportación y otros productos se dispararon, y el rebrote del cólera amenaza a millones de ciudadanos.
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