En el estadio Eden Park de la ciudad neozelandesa de Auckland las llamadas Black Ferns acabaron con el invicto de las Red Roses inglesas, que se presentaron en la final tras 30 partidos sin conocer la derrota.
Dos de esos triunfos eran precisamente ante las neozelandesas, por lo que las europeas parecían favoritas para el título.
No obstante, la expulsión de Lydia Thompson en el minuto 18 por una entrada sobre Portia Woodman cambió el rumbo del partido y fue decisiva en la coronación de las de Oceanía.
Con una jugadora menos, Inglaterra logró adelantarse en el marcador 29-31 en el minuto 55, pero las locales, apoyadas por la mayoría de los 42 mil 579 espectadores que se dieron cita en el Eden Park, consiguieron un trie decisivo para poner el 34-31 en el marcador final.
De esta manera, las neozelandesas consiguen su sexto Mundial (1998, 2002, 2006, 2010, 2017 y 2022), de nueve ediciones disputadas.
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