Añadió que dejando a un lado los sueños ilusos de los multimillonarios, no existe el planeta B, y pidió desafiar la implacable concentración de riqueza y poder de unos pocos que va en contra de la naturaleza y los intereses reales de la mayoría.
Guterres describió a la humanidad como «un arma de extinción masiva» que «trata a la naturaleza como un retrete» y va camino del suicidio, en referencia al costo humano asociado con la pérdida de la naturaleza y biodiversidad.
Sugirió que la respuesta podría estar en un acuerdo mundial sobre biodiversidad que aborde los factores que impulsan su disminución, cambiando el uso de la tierra y del mar, deteniendo la sobreexplotación de especies, frenando el cambio climático y la contaminación, acabando con la introducción de especies no autóctonas invasoras.
Para ello, subrayó la necesidad de abordar las causas profundas como los subsidios perjudiciales, las inversiones mal dirigidas, los sistemas alimentarios insostenibles y los patrones más amplios de consumo y producción.
Llamó a actuar, pues «sin la naturaleza, no somos nada», dijo, y agregó que la humanidad lleva tocando, durante cientos de años, «una cacofonía del caos, tocada con los instrumentos de la destrucción», lo cual va desde la deforestación hasta el envenenamiento del medio ambiente por químicos y pesticidas.
La Conferencia sobre Biodiversiad inició en esta jornada en la ciudad canadiense de Montreal con la participación de representantes de más de 190 países.
Pretende lograr un acuerdo histórico para detener e invertir la pérdida de naturaleza, a la altura del Acuerdo de París sobre el clima de 2015.
El proyecto marco de ese acuerdo incluye más de 20 objetivos, desde propuestas para reducir el uso de pesticidas, a abordar las especies invasoras, reformar o eliminar las subvenciones perjudiciales para el medio ambiente y aumentar la financiación para la naturaleza procedente de fuentes públicas y privadas.
También debe abordar los principales impulsores directos de la pérdida de naturaleza y sus causas subyacentes, como el consumo y la producción insostenibles.
En ese contexto son especialmente importantes la participación de los pueblos indígenas y las comunidades locales en los procesos de toma de decisiones relacionados con la naturaleza, y el reconocimiento de sus derechos sobre la tierra.
Además deberá llegarse a acuerdos sobre financiación, incluida la cuantía con que las naciones ricas ayudarán a los países en desarrollo a financiar la conservación de la biodiversidad, así como sobre el acceso y el reparto de beneficios, concretamente en lo que se refiere al uso de datos derivados de los recursos genéticos.
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