Un reciente informe de esa agencia de Naciones Unidas destacó que centrarse en la inmunización contra ese padecimiento ayudará a disminuir su incidencia y mortalidad, mejorar la administración de antimicrobianos y la equidad sanitaria, e impulsar el crecimiento económico.
La OMS considera que una vacuna para adolescentes y adultos tendría un mayor y más inmediato impacto que una para niños.
El texto precisó que si ese inmunógeno lograse conseguir un 50 por ciento de eficacia en la prevención de la tuberculosis, se evitaría que enfermaran entre 37,2 y 76 millones de adolescentes y adultos, respectivamente, y que se produjeran de 4,6 a 8,5 millones de muertes entre 2025 y 2050.
La tuberculosis es una de las principales causas de mortalidad infecciosa en el mundo, por la cual fallecieron el pasado año 1,6 millones de personas y 10,6 millones enfermaron.
A pesar de ser un desafío urgente para la salud mundial, hasta la fecha no está autorizada ninguna nueva vacuna contra el padecimiento desde hace más de 100 años. La BCG es actualmente el único inyectable disponible que protege a los lactantes y niños contra la meningitis tuberculosa y la forma diseminada de la enfermedad.
Por la crisis de la Covid-19, los conflictos en curso en Europa del este, África y Oriente Medio, la creciente inseguridad alimentaria y la inestabilidad política y económica se ha obstaculizado la lucha mundial contra la tuberculosis en los últimos dos años con un grave impacto.
Ello provocó que la OMS, por primera vez en dos décadas, informara un aumento del número de personas que contraen esta enfermedad infecciosa y su variedad resistente a los medicamentos, y también de un incremento de las muertes relacionadas con la misma en 2021, un 4,5 por ciento más con respecto a 2020.
Ahora, la tendencia se reafirma: no solo siguen subiendo las muertes, sino también el número de enfermos, precisó.
“En 2021, por primera vez, hemos visto un aumento del 3,6 por ciento en nuevas infecciones y de un tres en el caso de la tuberculosis resistente”, declaró la doctora Tereza Kasaeva, directora del Programa Mundial de la OMS contra la Tuberculosis.
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