Los viajes, aéreos o por mar, se convirtieron en una pesadilla para vacacionistas y hombres de negocios, y fe de ello dan los aeropuertos semivacíos, o los miles de pasajeros de cruceros que se sintieron como marinos del medioevo en barcos con peste, al ser rechazado el atraque si llevaban a bordo contagiados. A esos extremos se llegó.
Las economías con un fuerte componente de su Producto Interno Bruto (PIB) en el turismo, incluidas las paradisíacas islas caribeñas, se quedaron de improviso con sus playas vacías y los paisajes solitarios de mar y tierra, palmas y uvas caletas, se mostraban tan desiertos que daba pena y tristeza.
Y así ocurrió en México, país de exuberantes playas en especial las del Caribe, cientos de destinos turísticos en sus dos costas, Atlántico y Pacífico, y el maravilloso sur marcado por el istmo de Tehuantepec.
México atraía antes de la pandemia a 45 millones de turistas extranjeros, equivalente a una tercera parte de su población, porque es una nación privilegiada poseedora de un territorio con una gran diversidad cultural, natural y biocultural que la hace única entre los países de su entorno y del mundo, valores enaltecidos por su música, su rico y variado folclor, y una cocina para todos los gustos y de extraordinaria variedad.
La nación, además, iba muy bien cuando el 1 de diciembre de 2018 inició un proceso económico y social inédito que le permitió a su nuevo gobierno proclamar en muy poco el tiempo el fin del neoliberalismo como modelo socioeconómico, y soltar amarras a nuevas relaciones laborales y sociales con una novedosa redistribución de la riqueza que beneficiaría al turismo nacional, muy importante y ganancioso en México.
No significa, aclaremos, que la Covid-19 sea un tornado arrasador de esa vital actividad, pero sí sumamente dañino para el sector al cual obliga a reinventarse, como le explica a Prensa Latina el director general de Comunicación Social de la Secretaría de Turismo, Gustavo Armenta.
UNA NUEVA DIMENSIÓN
Esa situación, dice Armenta, llevó a la entidad a redefinir sus principios rectores porque en medio de la crisis económica agudizada por la situación sanitaria, el turismo en México adquirió una dimensión de mayor responsabilidad, al igual que ocurre en las islas del Caribe, sustentadas por ese sector.
La nueva realidad social mexicana está encaminada a promover al turismo como un derecho que incluya a todos los sectores de la población, especialmente a los más vulnerables, según estipula la Secretaría.
En el desarrollo de este modelo, el turismo será un medio para el aprovechamiento equilibrado de los recursos, así como para la conservación y regeneración del patrimonio cultural, natural y biocultural, haciendo de la sostenibilidad un valor inherente en cada acción de la política nacional turística, indica el plan estratégico.
Los seis estados con los destinos de mayor relevancia en México son Baja California Sur, Ciudad de México, Jalisco, Nayarit, Quintana Roo y Sinaloa que juntos acumulan, sin embargo, seis millones 946 mil 339 personas en situación de pobreza que el turismo como generador de empleo puede cambiarles su estatus.
De allí que el enfoque social del nuevo modelo turístico esté dirigido al respeto de los derechos humanos y a atender a las personas en situación de vulnerabilidad, como expresa Armenta.
LOS NÚMEROS POSITIVOS
De acuerdo con el Banxico y el Instituto Nacional de Estadísticas, durante 2019 en el país se registraron 97,4 millones de vacacionistas, de los cuales 52,4 millones fueron mexicanos y 45 millones extranjeros.
Un año antes, la Organización Mundial de Turismo colocó a México en la séptima posición a nivel global con más turistas internacionales recibidos, superado por Francia, España, Estados Unidos, China, Italia y Turquía.
En tanto, el aporte al PIB fue de un 8,7 por ciento y superó a otras esferas representativas de la economía, como la industria de la construcción, servicios financieros y seguros, fabricación de equipo de transporte, minería y todo el sector primario.
Pese a lo anterior, el país presenta una alta concentración turística en cinco destinos: Cancún-Riviera Maya, Ciudad de México, Los Cabos, Puerto Vallarta-Riviera Nayarit y Mazatlán, los cuales participan con el 76,7 por ciento del turismo internacional.
No obstante, en más de mil 800 municipios se cuenta con al menos un establecimiento de hospedaje y pululan los lugares que pudieran ser excelentes destinos.
Ese panorama favorable cambió radicalmente con la pandemia y 10 meses después de declararse el primer enfermo el 27 de febrero de 2020, el sector no se ha recuperado y los hoteleros siguen en crisis.
LOS NÚMEROS NEGATIVOS
En 2020 cambió todo. El secretario de Turismo, Miguel Torruco, reveló que durante el primer semestre ingresaron al país solamente 13 millones de turistas internacionales, lo que representa una disminución de 41,2 por ciento, comparado con igual lapso de 2019.
Esto significó un ingreso de divisas de cinco mil 786 millones de dólares, 51,5 por ciento menos respecto al período referido.
Por otra parte, las líneas aéreas sintieron un duro golpe pues por esa vía arribaron 4,9 millones de turistas de internación, equivalente a una baja de 53,1 por ciento frente al año pasado. Compañías como Interjet y Aeroméxico cayeron en quiebra técnica.
En cuanto al contexto económico, de enero a junio de 2020 el PIB disminuyó 10,5 por ciento, lo cual perjudicó en extremo al turismo nacional, ya en números rojos por el confinamiento y las medidas de prevención contra la Covid-19.
Respecto a la ocupación hotelera, esta promedió 27,9 por ciento, es decir 28,9 puntos menos, mientras el consumo se contrajo un 54,3 por ciento.
La alteración que la pandemia produjo en las estadísticas, desembocará en resultados tan amargos que 2020 no podrá ser punto de referencia ni comparativo frente a otros años, advirtió la Secretaría.
SEGURIDAD Y FLEXIBILIDAD
Armenta, un perito en materia de turismo, comenta que las certificaciones de salud de los destinos siguen siendo uno de los puntos clave para la recuperación de la industria y esa es la conclusión a la que llegó TravelConsul, en su segunda encuesta para medir el impacto del virus.
Subraya que los clientes muestran un interés creciente por viajar solos, con 66 por ciento; 60 por ciento elegiría un hotel todo incluido; y una minoría optaría por rentar algún departamento o casas vacacionales.
En resumen, en este contexto limitar el riesgo de contagio en un destino es fundamental para el viajero. La Covid-19 modificó hábitos, tanto de consumidores como de los prestadores de servicios.
Hoy, muchos afirman que en la industria turística el futuro no será como el pasado. No cabe duda, los malos tiempos reactivan la imaginación…
arb/lma/acl
(*) Corresponsal de Prensa Latina en México
Este trabajo contó con la colaboración de Adriana Robreño, Alberto Corona y la webmaster Wendy Ugarte.