Presentado en la conferencia de prensa matutina del presidente Andrés Manuel López Obrador en Quintana Roo, el diplomático dio detalles de la actuación en Perú hasta ayer cuando regresó a México después de ser declarado persona non grata.
Dijo que fueron tres los retos enfrentados por la embajada, el primero de estos velar por la seguridad y bienestar de los más de 500 mexicanos en Perú en el momento del golpe, para lo cual hubo que hacer un registro urgente de todos sus compatriotas, incluidos residentes y turistas, así como sus lugares de ubicación y condición en la cual se encontraban.
Entraron en contacto con todos ellos, la mayoría de los turistas en el Cusco, aeropuertos, la mayoría de estos cerrados, y carreteras con 63 puntos bloqueados, y lograron apoyarlos e incluso asistirlos hasta con alimentos, médicos y recursos a aquellos que se habían quedado sin dinero, caso por caso.
Al día de hoy, señaló, ya más del 90 por ciento de ellos pudieron ser sacados del país y regresar a México o están en Lima listos para viajar.
Consideró el segundo objetivo muy bien cumplido: honrar la larga tradición de asilo por parte de México a aquellas personas extranjeras con peligro de perder su vida, y se le concedió al expresidente Pedro Castillo y a su esposa y dos hijos, pero él no pudo concretarlo porque fue hecho prisionero antes de llegar a la sede diplomática, aunque su familia sí lo logró y desde al día siguiente fueron acogidos y ya están en México.
El tercero fue «mantenernos atentos al desarrollo de la situación, mantener canales de diálogos con todos los actores políticos, obtener información confiable del desarrollo de la situación y transmitirla, lo relacionado con violaciones a los derechos humanos y las acciones de inconstitucionalidad del Congreso», dijo.
El presidente López Obrador destacó ese papel desempeñado por Monroy y reafirmó la política de asilo honrada por México desde la época del general Lázaro Cárdenas.
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