“Nos estamos muriendo de frío, ya no aguanto por los niños”, expresó Omeira, originaria de Venezuela, al tiempo que levantaba una endeble casa de campaña que parece más un refrigerador, en el campamento migrante instalado a orillas del río Bravo, en Matamoros, Tamaulipas, limítrofe con Brownswille, Texas.
En El Paso, colindante con Ciudad Juárez, Chihuahua, todo es blanco, no hay más colores por el espesor de la nieve con temperaturas de menos 10 grados.
A la Patrulla Fronteriza estadounidense no le quedó allí otra alternativa que permitir provisionalmente el ingreso a 300 indocumentados virtualmente congelados que acampaban en las inmediaciones del cauce, que ahora es hielo, a fin de protegerlos del clima gélido.
De lado mexicano, policías municipales trasladaron a 57 extranjeros para que se calentaran al albergue Kiki Romero, administrado por el ayuntamiento juarense. La mayoría de ellos pretendían cruzar la frontera para solicitar asilo político a Estados Unidos, precisó la Dirección de Derechos Humanos municipal.
Esa misma entidad informa que cientos de indocumentados que se encuentran en Matamoros no soportaron la temperatura de menos dos grados centígrados (con una sensación de menos nueve) que se registró durante la madrugada del viernes y no les quedó otra alternativa que acudir a un refugio habilitado por las autoridades municipales.
Algunos ya han sido ingresados en hospitales mexicanos por hipotermia y sus compañeros trasladados a la estancia en varios camiones y al mediodía el campamento quedó semivacío.
Gladys Cañas, de la agrupación Ayudándolos a Triunfar, afirmó que mil migrantes ya abandonaron el campamento y se encuentran en el albergue instalado en el auditorio Mundo Nuevo, ubicado en la avenida Pedro Cárdenas Sur.
Cañas dijo que es testigo de la desesperación de los migrantes, al extremo de que algunos se han aventurado a cruzar el río congelado con extremado riesgo de sus vidas, y han caído a las aguas y no sabemos cuántos más morirán porque el clima está muy mal y las temperaturas van a bajar más todavía.
Lo triste, acotó, es que aquellos pocos que después de tanto sufrimiento, agonía y batallar para no morir congelados, logran llegar a la orilla estadounidense, los devuelven y tienen que repetir la odisea para tratar de regresar vivos al lado mexicano.
Algunos no vuelven, pero no hay certeza de su destino pues carecen de noticias si fueron acogidos o perecieron en el camino, precisó.
Una señora nombrada Dayana dijo que a ella la regresaron por ser mexicana pero perdió el contacto con el grupo de extranjeros con quienes cruzó y no sabe nada de ellos ni qué les pasó. Pidió a los migrantes desistir de cruzar con el temporal de frío porque es muy probable sufrir hipotermia e incluso morir.
lma