Después de unas tres semanas de normalización entre noviembre y diciembre, la mayoría de las gasolineras de Haití vuelven a estar cerradas y los productos petrolíferos son cotizados al triple de su valor entre los pequeños comerciantes.
Algunas de las estaciones de servicio que funcionan venden los hidrocarburos hasta un 40 por ciento más de los precios oficiales y argumentan que las empresas importadoras los obligan a pagar por el producto en dólares que no están disponibles en el sistema bancario.
“Los autos se convertirán en mesas. Estamos condenados a convertir los carros en camas”, lamentó a Voa Kreyol el parlamentario electo por el departamento Oeste, donde se enclava esta capital.
Dumont denunció a los “cinco o seis grandes”, en referencia a las familias oligárquicas, que, a su juicio, quieren tener el monopolio del combustible tal como sucede con las aduanas y las fronteras.
De acuerdo con el exsenador, las autoridades y en particular el primer ministro, Ariel Henry se “confabulan” con los oligarcas para ganar más dinero mientras los pobres pagan las consecuencias.
Todo ello sucede pese a que a mediados de septiembre el Gobierno duplicó el precio de la gasolina y aumentó sustancialmente el gasóleo para permitir un abastecimiento regular de los carburantes, señaló Henry entonces.
En los últimos años Haití vivió repetidas crisis de combustible que se acentuaron en septiembre cuando grupos armados bloquearon durante dos meses la mayor terminal petrolera del país, lo cual limitó el funcionamiento de hospitales, escuelas y la administración pública.
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