Antes de partir hacia la ciudad de Orlando en un avión oficial, Bolsonaro rompió su silencio desde que perdió en urnas con Lula el 30 de octubre y llamó a sus partidarios a mantenerse firmes contra el futuro gobierno progresista.
«No vamos a creer que el mundo acaba este 1 de enero» con la llegada a la presidencia del fundador del Partido de loa Trabajadores, afirmó el exmilitar, quien pidió no «de hacer oposición».
Aludió a los hechos de los últimos días en el país y señaló que «nada justifica el intento de acto terrorista» en Brasilia, cuando un hombre plantó el 24 de diciembre un explosivo en un camión de combustible cerca del aeropuerto de la capital federal.
El excapitán del Ejército se quejó de que las actitudes de violencia política siempre se atribuyen a bolsonaristas (adeptos del exparacaidista).
Sin embargo, el empresario George Washington, el hombre detenido por el artefacto explosivo, informó a la policía que participó en actos antidemocráticos realizados por partidarios del presidente.
Confesó además que su intención era iniciar el caos y que actuó por motivación política. La bomba no llegó a explotar.
«Hoy en día, si alguien comete un error es un bolsonarista. Nada justifica, aquí en Brasilia, ese intento de acto terrorista en la región del aeropuerto», afirmó el político ultraconservador, quien silenció que el criminal es su seguidor.
Asimismo, Bolsonaro también justificó los campamentos de partidarios frente a los cuarteles generales del Ejército en ciudades del país.
Opinó que son una reacción a un proceso electoral que «no tuvo toda la transparencia» y empujó a «una masa de personas a tomar las calles y protestar».
Insistió en que se trata de una protesta pacífica, ordenada, que respeta las leyes y son «una manifestación espontánea del pueblo».
Tales campamentos y movilizaciones hacen demandas inconstitucionales, como intervención militar y reversión del resultado de las elecciones.
La previsión es que Bolsonaro pase por un período de vacaciones en Estados Unidos. Inicialmente, debe permanecer fuera del país durante al menos tres meses.
A principios de la tarde del domingo Lula tomará posesión y con la decisión del exmilitar de salir del país, no habrá el habitual acto de paso de la banda del presidente anterior para quien asume el cargo. Pero la tradición debe ocurrir de todos modos, de manera simbólica.
En los últimos años, cinco de ocho presidentes de Brasil recibieron la cinta, en los colores verde y amarillo, con detalles en oro de 18 quilates y con 21 brillantes, de quien dejaba el poder.
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