El evento de alto nivel tuvo como propósito evaluar la marcha de los programas en esta área, más de un año después de la Cumbre de los Sistemas Alimentarios, convocada por la Organización de las Naciones Unidas en el 2021.
La reunión tuvo modalidad virtual y contó con la participación, entre otros, de representantes del Fondo de la ONU para la Alimentación y la Agricultura (FAO), la Organización Panamericana de la Salud (OPS) y el Programa Mundial de Alimentos (PMA).
Durante el encuentro, Marcos Espinal, subdirector de la OPS, recordó que la pandemia de Covid-19 intensificó los retrasos observados en los indicadores de la nutrición a nivel regional y exhortó a diseñar políticas para producir alimentos de manera sostenible.
El funcionario llamó a dar más espacios a los proyectos encabezados por mujeres, a las iniciativas impulsadas desde los pueblos indígenas, los pequeños productores familiares, grupos dedicados al pastoreo y la pesca y las comunidades más vulnerables.
Se trata, dijo, de favorecer modelos de producción y suministro más coherentes con la salud de las personas y del planeta.
Lola Castro, directora regional del PMA, recordó la fragilidad de los sistemas para garantizar a la población alimentos de calidad, porque están sometidos a la acción de factores externos, tales como la crisis sanitaria, la inflación global y los conflictos militares.
En 2021 pasaban hambre 828 millones de personas en todo el mundo y tras dos años de crisis en cascada se les sumaron otros 150 millones, aseguró la representante del Programa Mundial de Alimentos.
Mencionó también a una gran cantidad de personas que debido a los problemas actuales no se pueden dar el lujo de seguir una dieta de calidad.
A pesar de las dificultades, se valoró que hay un compromiso de gobiernos, agencias de la ONU, Organizaciones No Gubernamentales y pueblos indígenas, y en diciembre de 2022 se elaboró una hoja de ruta para transformar las políticas del ramo en 117 países.
Sin embargo, los panelistas señalaron que la inflación hizo subir la pobreza en la región, donde se depende casi por completo de la importación de fertilizantes, cada vez menos accesibles.
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