Las plantaciones corresponden a la zona de Baixa de Cassanje, en la central provincia de Malanje, y contarán con la participación de 250 familias campesinas, indicó el presidente del Consejo de Administración de la fábrica textil Textang II, Jorge do Amaral, citado por el Jornal de Angola.
De acuerdo con la fuente, será segunda fase de expansión del negocio en Baixa de Cassanje, aunque todavía queda mucho por hacer, tras la etapa inicial que dio empleo a unas 100 familias lugareñas.
“Necesitamos de 12 a 15 mil hectáreas para que Textang II alcance la meta de la autosuficiencia” en cuanto a la disponibilidad de materia prima proveniente de los campos, explicó el directivo.
Según el grupo argentino Alcaal, gestor de la fábrica, el objetivo es cubrir la demanda de la instalación en los próximos tres o cuatro años por medio de la cosecha algodonera en el país, reseñó la publicación digital.
El grupo pretende llegar en un futuro a 11 millones de metros lineales de tejido por año en la unidad fabril, ubicada en el municipio de Cazenga (provincia de Luanda), corroboró Amaral en declaraciones a la agencia Angop.
Al decir del entrevistado, la primera plantación de algodón, que podrá garantizar mayor productividad a Textang II, será cosechada en julio de 2023, en una primera fase, en una superficie de 100 hectáreas.
Sobre las fincas familiares, Amaral también confirmó a la agencia Angop el cálculo de cubrir unas 15 mil hectáreas en la provincia de Malanje, la cual posee excelentes condiciones climáticas para el cultivo, opinó.
El sector comienza a despegar con la reactivación de África Textil, ubicada en Benguela, Textang II (Luanda) y Satex (en Dondo, Cuanza Norte), pero según estimaciones oficiales el país gasta anualmente alrededor de 300 millones de dólares en importaciones de ropa nueva y usada.
A la altura de 1973, antes del inicio de la guerra civil (1975-2002), la entrega nacional de algodón en bruto ascendía a cerca 86 mil toneladas anuales; de tal forma, Angola era considerada entre los mayores productores del rubro en África.
Por las estadísticas disponibles, en 1990 el saldo apenas llegó tres mil toneladas, de ahí la relevancia de los actuales programas de reanimación de la rama, impulsados por el Gobierno en alianza con el sector privado.
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