El presidente de esa institución financiera, Ignazio Visco, manifestó en recientes declaraciones divulgadas hoy en el sitio digital de la publicación Quotidiano Nazionale, que “superar los factores que frenan el crecimiento de la productividad se hace aún más necesario por las perspectivas demográficas”.
Visco señaló que “se trata de una reducción tendencial de la fuerza de trabajo, que sólo puede ser parcialmente contrarrestada por una mejora en el saldo migratorio y un aumento de la participación en el mercado”.
En el reporte se destaca que, de acuerdo con recientes estimados del Instituto Nacional de Estadísticas (Istat), en 2050 Italia perderá cinco millones de habitantes, pasando de 59,2 millones en 2021 a 54,2 millones, un descenso que parece imparable, el cual tendrá un impacto muy fuerte en la economía del país.
El presidente de Istat, Giancarlo Blangiardo, evaluó el efecto del invierno demográfico en la economía italiana al señalar que “el Producto Interno Bruto (PIB) de hoy ronda los mil 800 billones, y en el 2070 tendremos algo así como mil 200 billones”
Esa cifra representa una pérdida de 560 billones, “o sea un 32,0 por ciento del PIB menos solo por el cambio demográfico”, apuntó Blangiardo
Las proyecciones de ese instituto estiman una disminución de 13,0 puntos porcentuales en la población de entre 15 y 64 años, lo cual equivale a unos cinco millones de personas.
De acuerdo con cálculos del Banco de Italia, el declive demográfico del país provocará hasta 2061, una disminución del PIB per cápita del 16,2 por ciento, respecto al existente en 2016.
El descenso, según los expertos de esa entidad, “sólo puede compensarse parcialmente con un aumento de la productividad, del orden del 0,3 por ciento anual, o elevando la edad de jubilación al menos a los 69 años, necesaria para frenar el descenso de la población activa”.
Una conclusión interesante de esos especialistas, que contrasta con la actual política para tratar de frenar el flujo migratorio, es que si no hubiera sido por su incremento en los últimos 25 años, la caída de la tasa de natalidad podría haber tenido un impacto negativo aún mayor.
“La inmigración sin duda podrá ralentizar la disminución de la población en edad de trabajar, pero no podrá revertir la tendencia negativa”, aclaran los analistas del Banco de Italia.
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