El siniestro, iniciado el 2 de febrero en el centro-sur del país, sobre todo en Ñuble, Biobío y La Araucanía, destruyó mil 500 viviendas, además de escuelas, centros de salud y otras infraestructuras, lo que obligó al Gobierno a decretar el toque de queda y a solicitar ayuda internacional.
Pese a la participación de miles de bomberos chilenos y unos 750 socorristas de otros países, apoyo de 120 aeronaves, aún hay unos 300 focos activos a nivel nacional y las autoridades consideran que la situación no se controlará hasta la primera quincena de marzo.
Para conocer las causas de los incendios que cada verano causan severos estragos en el país, Prensa Latina entrevistó al geógrafo y máster en áreas silvestres y ciencias biológicas de la Universidad de Santiago de Chile, Alberto Alaniz.
“Por un lado, nos encontramos en un escenario de crisis climática acentuada desde 2010 con una sequía que produjo la reducción de un 40 por ciento en las precipitaciones”, dijo.
Hemos tenido también temperaturas muy elevadas durante las últimas semanas en la zona central del país, que llegaron a superar los 40 grados Celsius.
Pero el problema principal, aseguró, es una industria forestal muy voraz que devastó bosques nativos y sembró más de seis millones de hectáreas de plantaciones exóticas de pino y eucalipto, altamente inflamables, que propician la propagación del fuego.
PINOCHET Y LA INDUSTRIA FORESTAL
El auge de esta industria comenzó durante la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990) cuando hubo una política de fomento forestal totalmente desregulada y que continuó después de la vuelta de la democracia, la cual provocó una crisis en términos hidrológicos, precisó Alaniz.
En 1974 se aprobó el decreto 701, impulsado por el yerno de Pinochet y entonces director de la Corporación Nacional Forestal, Julio Ponce Lerou, con el objetivo de otorgar incentivos económicos a la industria de la celulosa y la madera para beneficiar sus negocios.
A partir de ahí comenzaron a proliferar las especies exóticas en desmedro de las nativas, lo que cambió las condiciones del suelo y el ecosistema.
“Esto generó que los paisajes actualmente en Chile son principalmente dominados por plantaciones de pinos en zonas costeras, muy parecido a lo que ocurre en Brasil con las plantaciones de soja”, explicó el especialista.
Estudios realizados aquí demuestran que el pino y el eucalipto consumen más agua que los bosques nativos, matorrales o praderas y, por lo tanto, disminuyen los caudales de las napas freáticas que abastecen los pozos y desertifican el territorio.
La situación es tan crítica que en la actualidad hay zonas donde apenas llueve y se debe repartir agua con camiones aljibes, dijo Alaniz.
El también jefe de la carrera de manejo de áreas silvestres del instituto de medioambiente recordó que la industria forestal es muy poderosa, a tal punto que tienen 63 aeronaves para el combate a los incendios, mientras el Estado sólo cuenta con 60.
REGULACIONES A LA INDUSTRIA FORESTAL
Durante un recorrido por la región de Ñuble, una de las más afectadas por los incendios, el presidente chileno, Gabriel Boric, manifestó la necesidad de tener una discusión a más largo plazo con empresarios forestales.
“Hoy estamos todos abocados en conjunto a combatir la emergencia, sector público y privado, pero tiene que haber una regulación distinta de la industria forestal que permita establecer todas las prevenciones”, dijo el mandatario, a raíz de las denuncias a las plantaciones de monocultivos.
Interrogado sobre las medidas que se deben adoptar para revertir la situación, Alaniz, también candidato a doctor en Ciencias Biológicas, considera que la prioridad es mejorar las políticas de ordenamiento territorial.
“Yo participé en el 2019 como parte del comité científico de la COP25 y la solución de la comunidad científica es fijar a los forestales la entrega de cuotas de bosques nativos que funcionan como cortafuegos, reducen la propagación de las llamas y aumentan el caudal de las cuencas hidrográficas y de la humedad”, dijo.
Esa es la única solución real porque se pueden aplicar medidas para salir del paso, como la inversión en mayor cantidad de aeronaves, pero eso no va a evitar que se generen los focos, afirmó.
Alaniz opina que, por exigencia del Estado, la industria maderera debería participar activamente en la generación de paisajes resilientes al fuego, evitar tener poblaciones colindantes con áreas forestales y crear zonas de protección.
No obstante, considera el escenario político difícil, sobre todo después del rechazo el 4 de septiembre pasado a un proyecto de carta magna que ofrecía herramientas para abordar los problemas medioambientales en el país.
“Actualmente –expresó- estamos bajo la constitución de 1980, aprobada en tiempos de la dictadura, y mientras no la cambiemos será muy difícil resolver el problema de los incendios y otros como la crisis del agua”.
*Corresponsal jefe de Prensa Latina en Chile
arc/car