Frantz Poyo, de la Comisión Nacional de Desarme, Desmovilización y Reinserción, estima que los castigos financieros impuestas desde finales de año por Estados Unidos y Canadá contra la élite política y económica que supuestamente financia las pandillas, no frenaron las operaciones de las bandas
Poyo abogó por acciones judiciales contundentes, reveló a Radio Métropole que actualmente más de 100 familias proveen armas y municiones a los grupos armados, y destacó la complicidad entre los funcionarios y las pandillas.
Uno de los primeros ministros de Jovenel Moïse transfirió más de 20 mil dólares a un jefe de la banda con motivo de su cumpleaños, afirmó.
Asimismo, según el experto, las fuerzas policiales no pueden luchar contra dichos grupos ilegales, por lo que él defiende que el país necesita una misión de mantenimiento de paz para restablecer el clima de seguridad.
En lo que va de año aumentaron considerablemente los reportes de secuestros y asesinatos, mientras los enfrentamientos de las pandillas obligaron el desplazamiento de miles de personas la semana pasada de zonas como Bel Air, Solino o Nazon.
La Red Nacional en Defensa de los Derechos Humanos denunció que las hostilidades provocaron al menos 60 muertos y cientos de heridos, según un balance preliminar.
Además, las pandillas irrumpen en las viviendas para secuestrar y atacar a los residentes no solo de barrios vulnerables sino también de zonas más acomodadas como Petion Ville, donde la semana pasada grupos armados incendiaron una comisaría y se reportaron varios raptos.
Por su parte, Naciones Unidas criticó en un informe reciente que las armas ilegales que llegan a Haití provenientes de Estados Unidos aumentan la violencia en el país caribeño.
Según la Oficina de la ONU contra la Droga y el Delito, el número de homicidios registrados pasó de mil 141 en 2019 a dos mil 183 en 2022 y el de secuestros de 78 a mil 359, ya que las bandas criminales controlan más de la mitad del territorio nacional.
La mayoría de las armas -indicó el reporte- proceden de Estados Unidos y pasan primero por Florida, donde miembros de la diáspora haitiana las ocultan en contenedores de artículos usuales de importación.
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