Un reporte publicado este viernes afirma que de las nueve jurisdicciones departamentales bolivianas siete son blanco del mal transmitido por la hembra del mosquito Aedes aegipty, y solo Oruro y Pando permanecen fuera de esa lista indeseable.
Los territorios infestados son: Beni (mil 355 enfermos), Tarija (mil 291); La Paz (443), Pando (94), Chuquisaca (248) y Cochabamba (190).
Cuando los fallecidos en todo el país andino-amazónico suman 43, el ministro de Salud, Jeyson Auza, aseguró que la estrategia dirigida por el presidente, Luis Arce, para frenar la oleada de contagios permitió una reducción.
Este jueves se identificaron solo 49 enfermos, cifra muy inferior a los cientos localizados en semanas anteriores.
Para contener el ritmo de expansión de este fenómeno patológico, Arce orientó realizar jornadas de higienización colectivas (mingas) y de fumigación incluso con drones y miles de militares y policías movilizados junto a funcionarios de las alcaldías.
Brigadas móviles de estudiantes de los últimos años de Medicina también recorren las distintas localidades con el objetivo de identificar a los posibles enfermos, fuente de los contagios una vez que son picados por la hembra del Aedes aegypti.
“Es importante decirle a los medios de comunicación, en todo momento la cantidad de fallecimientos irá incrementando porque son acumulados, tenemos que decirlo por responsabilidad porque no se puede alarmar a la población”, reflexionó Auza.
Sin embargo, el titular insistió en que es importante analizar el impacto negativo o no de una enfermedad mediante la tasa de incidencia o letalidad, en el caso del dengue por cada 100 mil habitantes en Santa Cruz alcanza al 1,1 por ciento, en Beni los 0.6 puntos porcentuales, en Tarija, 2,3 por ciento y en La Paz, 0.7 puntos sobre 100.
Reafirmó que esos resultados no son producto de la casualidad sino de las acciones que se llevaron adelante principalmente en Santa Cruz de la Sierra, donde hubo un marcado descuido de sus autoridades departamentales para atender a su población, y demandó la presencia de autoridades nacionales del sector.
“Las acciones que estamos llevando adelante están teniendo su efecto, no podemos bajar la guardia porque ante un descuido puede presentarse un incremento de casos”, recalcó.
Un cubano, el epidemiólogo Carlos Juan Finlay, confirmó a finales del siglo XIX mientras trataba de mitigar los efectos de la fiebre amarilla en La Habana, el papel del mosquito Aedes Aegypti como vector transmisor de esa enfermedad.
Hoy esa misma teoría se aplica al combate contra el dengue, el chickungunya y el zika.
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