Cuando quedan menos de 30 días lectivos, el paro de los maestros pone en riesgo el año académico en la nación, ante la indiferencia política y la disminución del poder adquisitivo.
De acuerdo con el periódico local Al-Akhbar, los profesionales del sector están obligados en muchos casos a cerrar sus casas, o alquilarlas y cambiar de lugar de residencia, para lograr ingresos adicionales y sobrevivir económicamente hasta fin de mes.
La devaluación sin precedente de la libra libanesa a más de 100 mil por cada dólar estadounidense deja en 80 dólares el valor de su salario y 30 el de jubilación, en medio del aumento de los precios de los combustibles, los alimentos, las medicinas y los artículos de primera necesidad.
Según la publicación, una imagen de la realidad docente muestra las oficinas educativas de los partidos que apoyan el regreso a las escuelas; mientras, por otro lado los profesores no abandonan la huelga y las aulas permanecen vacías.
Los profesores expresan su desconfianza con las decisiones de las autoridades, quienes intentan ganar tiempo para mostrar que las cosas marchan bien.
En este contexto, el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) enfatizó en la necesidad de una mayor inversión dirigida a los niños más vulnerables para acceder a una educación inclusiva y de calidad tras cuatro años de estancamiento.
Unicef llamó a una financiación plurianual predecible por parte del Gobierno de Líbano con el objetivo de retener y lograr que más estudiantes asistan a la escuela, principalmente los 700 mil ausentes hoy de las aulas.
Desde principios de año, empleados y maestros en Líbano reclaman mejores salarios, subsidio de transporte y prestaciones sociales, a la luz del desplome de la moneda nacional y la alta demanda del dólar.
msm/yma