Medido a precios del comprador, el PIB panameño se ubicó el año pasado en 76 mil 522.5 millones de dólares, superando ampliamente los 67 mil 406.7 millones del ejercicio anterior y los 69 mil 721 millones de 2019, según el Instituto Nacional de Estadística y Censo (INEC).
Expertos como el economista Luis Morán aseguran, sin embargo, que los resultados reflejan una recuperación desigual, lo cual genera vulnerabilidades ante eventuales crisis, y en el caso de la construcción, la producción de mercado está un 11 por ciento por debajo del nivel de prepandemia de Covid-19.
Respecto al turismo, afectado también por las restricciones impuestas por el Gobierno, Morán dijo al diario La Prensa que “son muy pocas las políticas de promoción de la industria a lo interno y también la llamada marca país a nivel internacional.
Además, apuntó a la necesidad de mejorar la infraestructura para recuperar el sector y corregir las deficiencias de servicios básicos que existen en algunos destinos en el interior, una situación “inexplicable en un país de servicios”.
Otro de los sectores que registró menores resultados aunque con menos impacto fue el la industria manufacturera
Para Luis Frauca, presidente del Sindicato de Industriales de Panamá, el rezago de sectores como construcción y turismo redujo la demanda de las empresas manufactureras, que también notaron la pérdida de poder adquisitivo de la población en un entorno en el que el empleo formal pierde protagonismo.
Además, el poder adquisitivo se vio limitado por la inflación y por la subida de tasas de interés.
El empresario se refirió también a los atrasos en los pagos a proveedores por parte del Gobierno, a la ralentización de trámites burocráticos ya los cambios en los marcos legales que generan inestabilidad y falta de certidumbre sobre la seguridad jurídica.
Por su parte, el experto en mercado laboral René Quevedo apuntó que otra muestra de que la herida económica abierta en la pandemia no ha terminado de sanar se observa en el empleo.
A su juicio, la Covid-19 asestó un duro golpe a la confianza en el clima para la inversión privada, lo cual tuvo un impacto dramático en la capacidad de la economía para generar empleos dignos, lo que se tradujo en mayores niveles de desempleo e informalidad.
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