Por Nara Romero Rams
Corresponsal jefa en Etiopía
El alto funcionario norteamericano cumplió una agenda de trabajo los días 15 y 16 de marzo en Addis Abeba, tiempo durante el cual dialogó con el primer ministro, Abiy Ahmed, sobre la implementación del acuerdo de paz en el Tigray (norte) donde hubo un conflicto armado hasta noviembre pasado.
También se reunió con el viceprimer ministro y ministro de Relaciones Exteriores, Demeke Mekonne, el secretario ejecutivo de la Autoridad Intergubernamental para el Desarrollo, Workneh Gebeyehu, y con el presidente de la Comisión de la Unión Africana, Moussa Faki Mahamat.
Muy preocupado por los sectores vulnerables de la sociedad afectados por el conflicto armado entre tropas gubernamentales y el Frente de Liberación Popular de Tigray, antes de partir anunció la entrega de 331 millones de dólares en asistencia humanitaria.
La visita y la ayuda de Blinken coinciden con el fortalecimiento de las relaciones de Etiopía con Rusia y China, y las intenciones de ampliar la cooperación con estos dos países a otras áreas de la economía y la sociedad.
Para Getachew Metafira, profesor de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales de la Universidad Estatal de Morgan, Maryland (Estados Unidos), la visita del alto funcionario norteamericano indicaba un proceso de normalización en las relaciones entre los dos países que data de 120 años.
En declaraciones a la Ethiopian News Agency, recordó que los nexos no fueron del todo cordiales durante el conflicto en el Tigray y la llegada de Blinken es una bienvenida después de una breve pausa durante la administración de Trump.
Metafira, autor del libro “Etiopía y Estados Unidos: Historia, Diplomacia y Análisis”, opinó que Washington “no puede darse el lujo de ser un espectador cuando las potencias en competencia, como China y Rusia, prestan más atención a la geopolítica de la región”, en referencia al fortalecimiento de las relaciones de Moscú y Beijing con los países africanos.
Enfatizó que la estabilidad de Etiopía es muy importante para el propio país, para la región y para África en general, de ahí las declaraciones del secretario de Estado estadounidense de la paz duradera y el desarrollo de Addis Abeba.
LA BUENA FE DURÓ POCO
Según analistas internacionales, el periplo a todas luces buscaba contrarrestar la influencia rusa y china, pero las buenas intenciones duraron hasta que una declaración del Departamento de Estado norteamericano señaló la ocurrencia de delitos graves durante el conflicto en el Tigray.
Y si no fue suficiente esa postura del país norteño, Blinken dio el tiro de gracia al publicar en su cuenta de Twitter: “Determiné que los miembros de las Fuerzas de Defensa Nacional de Etiopía, las Fuerzas de Defensa de Eritrea, las fuerzas de Amhara y las fuerzas del Frente Popular de Liberación de Tigray cometieron crímenes atroces”.
Concluyó el tuit condenando “estas atrocidades y acojo con beneplácito los compromisos de buscar la justicia de transición”.
La duda es si lo expresó de ese modo durante sus reuniones con las máximas autoridades gubernamentales etíopes y de la Unión Africana, cuya intervención facilitó llevar a las partes en conflicto a la mesa de diálogo y lograr el cese al fuego y la implementación de un acuerdo de paz.
Sin importar las risas, los estrechones de manos y hasta el café compartido, Etiopía no se quedó callada ante la postura de la Casa Blanca, a la cual calificó de tener “un enfoque unilateral y contradictorio”.
Un comunicado del Ministerio de Relaciones Exteriores del país africano precisó que, teniendo en cuenta la Investigación Conjunta de la Comisión de Derechos Humanos de Etiopía y la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, esta declaración no contiene nuevos hallazgos.
Calificó de selectivos los anuncios del Departamento de Estado norteamericano porque reparte injustamente la culpa entre las diferentes partes del conflicto y llega después del lanzamiento de consultas nacionales sobre opciones para una política de justicia transicional.
“Este enfoque partidista y divisivo de Estados Unidos no es aconsejable. Dado que Etiopía está implementando el Acuerdo de Paz, tal reparto de culpas es injustificado y socava el apoyo de Estados Unidos a un proceso de paz inclusivo en Etiopía”, enfatizó el comunicado.
El 22 de marzo, el ministro de Estado de Relaciones Exteriores etíope, Mesganu Arga, al convocar a la encargada de negocios de la embajada de Estados Unidos aquí, Tracy Ann Jacobson, expresó que la declaración de Departamento de Estado era innecesaria y perjudicial para la cooperación entre los dos países.
Advirtió que la Casa Blanca debe considerar adecuadamente la agudeza y la posición de principios de Etiopía, especialmente en las áreas de desarrollo económico, paz y seguridad. Jacobson, por su parte, dijo que la declaración ayudaría a pasar páginas en las relaciones bilaterales ya que marca una transición a un nuevo capítulo de los vínculos históricos.
De acuerdo con la diplomática, “no tendrá implicaciones legales ni ninguna barrera en las relaciones bilaterales de Etiopía y los Estados Unidos”, mientras ratificaba la disposición de su Gobierno de apoyar la Política Conjunta de Investigación y Justicia Transicional impulsada en el país africano.
Pese a estos últimos acontecimientos, el Gobierno etíope espera que “las discusiones francas sostenidas y el entendimiento alcanzado durante la visita del secretario de Estado norteamericano ayuden a restablecer las relaciones estratégicas entre Etiopía y Estados Unidos”.
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