Desde horas tempranas, la autopista Palín-Escuintla lució abarrotada de vehículos con destino a las playas del Pacífico, uno de los principales destinos de descanso, sobre todo para los nacionales.
El peaje de Palín es una de las rutas más utilizadas y según previsiones del Instituto Guatemalteco de Turismo, se espera el paso de tres millones 400 mil visitantes en total, entre turistas locales y extranjeros, un 95 por ciento de recuperación en relación con 2019.
La Semana Santa guatemalteca, recién confirmada como Patrimonio Cultural Intangible de la Humanidad, es uno de los acontecimientos más notables del país con procesiones, vigilias, marchas fúnebres, gastronomía de temporada, altares y vistosas alfombras de aserrín y flores.
También es una representación de la diversidad cultural, pues feligreses, vecinos, turistas, artesanos, músicos y autoridades se unen en los preparativos en unión armónica.
Este domingo, de Ramos, ya están en las calles las procesiones de Jesús Nazareno de los Milagros y la Santísima Virgen de Dolores del Santuario Arquidiocesano del Señor San José, junto a Jesús de las Palmas, del tempo de San Miguel de Capuchinas.
Ambas recorrerán buena parte del Centro Histórico, y una peculiaridad del último cortejo es que incluye música festiva, a diferencia de la primera, que incorpora marchas fúnebres.
Por su parte, el Jesús Nazareno de los Milagros fue seleccionado el 25 de febrero para una salida extraordinaria en la ceremonia de entrega de declaratoria de la Semana Santa como Patrimonio Intangible de la Humanidad.
Las dos son celebraciones humildes, que abren la puerta a los siete días en los que se conmemora la pasión, muerte y resurrección de Jesús, según las Sagradas Escrituras.
En este país, el Domingo de Ramos es una fecha de alegría y gozo; desde temprano las personas acudieron a los templos a comprar sus ramos, hechos con hoja de palma y en diferentes formas, tipo moño, trenzados, anudados o en forma de cálices.
Hoy se guardan o cuelgan en las puertas de las casas, pues según la tradición, son símbolos contra el mal, las tempestades y otras calamidades, algo que los guatemaltecos parecen olvidar en esta semana de asueto en que solo se entregan al fervor religioso o a disfrutar de las miles de opciones turísticas del llamado país de la eterna primavera.
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