El portal Brasil 247 asegura que ese total representa un preocupante aumento en relación con el primer trimestre de 2020 y 2022, años electorales e históricamente con un crecimiento en las ocurrencias del tipo de violencia en el país.
Los datos divulgados revelan que amenazas, homicidios y otros crímenes relacionados a divergencias políticas todavía persisten incluso en los primeros meses del gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva y que el Partido de los Trabajadores resulta la organización política con el mayor número de víctimas identificadas.
Para el sitio, tales cifras ponen de manifiesto la pavorosa situación de la violencia política en Brasil, que sigue siendo «una realidad triste y alarmante».
Considera fundamental que las autoridades adopten medidas efectivas para garantizar la seguridad y protección de los ciudadanos, independientemente de sus orientaciones políticas.
De igual manera, invista a promover acciones de concientización y respeto al diálogo, y a la diversidad de opiniones en el escenario político del gigante suramericano.
«La violencia política es inaceptable y compromete la democracia y la estabilidad social. Es responsabilidad de todos luchar por un entorno político sano y pacífico en el que se respeten las diferencias y se protejan los derechos de los ciudadanos», subraya Brasil 247.
Marcados en negro en la memoria nacional los actos golpistas y de vandalismo perpetrados el 8 de enero por adeptos radicales del derrotado mandatario Jair Bolsonaro a las sedes del Congreso Nacional, la Corte Suprema y el Palacio del Planalto, sede del Poder Ejecutivo en esta capital.
Otros estudios aseguran que la tendencia de crecimiento de la violencia política ocurrió a partir de 2019.
Hasta 2018, una persona era víctima de embestida política cada ocho días.
Sin embargo, a partir del siguiente calendario, primer año de la administración de Bolsonaro, los episodios de violencia se registraron cada 48 horas.
Para la profesora de la Pontificia Universidad Católica de Sao Paulo Rosemary Segurado, las intimidaciones formaron parte de una estrategia mayor para diseminar el miedo.
Denunció que Bolsonaro, después de asumir el cargo en enero de 2019, se convirtió en uno de los líderes que difundió el «discurso de odio».
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