Más de 5,5 millones de electores están convocados a las urnas este domingo en esa comunidad autónoma (región) de 7,8 millones de habitantes, que en 2017 fue escenario de un frustrado intento de secesión.
Además de la situación sanitaria por la pandemia de la Covid-19, la incertidumbre es también política en la próspera autonomía del noreste del país, marcada hace una década por el auge del independentismo que la gobierna desde 2015.
Los comicios, terceros en poco más de cinco años, fueron convocados por la inhabilitación judicial en septiembre último del entonces presidente catalán, Quim Torra, condenado por desobedecer una orden de la Junta Electoral Central.
Con su llegada al poder en 2018, el jefe del Gobierno español, Pedro Sánchez, trató de aplacar la tensión que desencadenó la tentativa de secesión de octubre de 2017, liderada por el otrora gobernante regional Carles Puigdemont, autoexiliado en Bélgica.
La apuesta de Sánchez para desalojar del gobierno autonómico a las fuerzas independentistas es su exministro de Sanidad Salvador Illa, cara visible del enfrentamiento al coronavirus SARS-CoV-2 (causante de la Covid-19), del Partido de los Socialistas de Cataluña (PSC).
Los sondeos ubican al candidato del PSC -referente regional del Partido Socialista Obrero Español de Sánchez- disputando la victoria con las dos grandes formaciones separatistas, Junts per Catalunya (JxCat, derecha) y Esquerra Republicana (ERC, izquierda).
Esas encuestas, sin embargo, colocan a Illa muy lejos de la mayoría necesaria para gobernar en solitario y necesitaría de pactos muy difíciles de alcanzar para hacerse con la Generalitat (autogobierno catalán).
Pese a sus actuales divisiones, JxCat y ERC, que desde 2017 gobiernan en coalición, podrían conservar o ensanchar la mayoría absoluta que actualmente ostentan en el Parlamento regional, con 70 de sus 135 diputados.
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