El pacto, logrado la víspera, prevé la suspensión de los combates entre el ejército y las denominadas Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF, inglés) para que los representantes humanitarios puedan hacer su trabajo y continúe llegando ayuda a la población civil en el país.
Los mediadores de las negociaciones, Estados Unidos y Arabia Saudita, pidieron a las partes dar a los representantes humanitarios más tiempo para llevar a cabo su trabajo y solicitaron al ejército sudanés detener el bombardeo aéreo así como a las RSF abandonar las zonas residenciales, para facilitar la llegada de ayuda a los necesitados.
Según las fuentes, las partes en conflicto expresaron el pasado domingo su voluntad de prorrogar el Acuerdo de Jeddah para el alto al fuego, después de contribuir a lograr cierta calma en los enfrentamientos.
Las partes en pugna en Sudán llegaron a un acuerdo de alto el fuego, con mediación internacional, la pasada semana donde se comprometieron a permitir la apertura de corredores humanitarios y a respetar hospitales, eso solo se pudo cumplir en algunos lugares.
Informes de fuentes médicas señalan que las muertes de civiles se acercan al millar, entre ellas 190 niños y ya hay más de seis mil heridos así como una cifra aún desconocida de desaparecidos, y más de un millón de desplazados.
Sudán, con 45 millones de habitantes y ubicado al este de África, es uno de los países más pobres del mundo, y según Naciones Unidas 25 millones de personas padecen allí hambre y desnutrición.
Los enfrentamientos estallaron el pasado 15 de abril por contradicciones en medio de un proceso de integración de las Fuerzas de Apoyo Rápido, lideradas por Mohamed Hamdan Dagalo, vicepresidente del Consejo Soberano de Transición (CST) al seno de las Fuerzas Armadas, y el jefe del Ejército y presidente del CST, Abdelfatá al Burhan.
Ambos, con grado de general, se han disputado el control del país después del derrocamiento en 2019 del presidente Omar al Bashir.
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