Luego de largos confinamientos, silencios, pausas y cierres debido a la Covid-19, el recién remozado Teatro Nacional abrió sus puertas a un público ávido de cultura, que agradeció el agasajo ofrecido por la embajada de Nicaragua en Panamá.
Un exquisito programa, que facilitó el rencuentro con el arte escénico y la poesía en el centenario inmueble, pasó revista a lo más selecto de la obra de quien es considerado un símbolo de la identidad nicaragüense y de la defensa de la soberanía e independencia de nuestra América.
Ataviados con la prenda impuesta por la crisis sanitaria: la mascarilla, subieron al escenario de una de las obras arquitectónicas más representativas del país la Orquesta de Cámara del Istmo, Valeria Ovando y los bailarines Ayira Giselle Adames e Iván Herazo, del Ballet Nacional de Panamá, entre otros artistas y agrupaciones.
Temas típicos como Dama de la Pollera, Panamá Viejo y Punto Santa Librada, Sentimientos del Alma y Reencarnaciones resonaron en la sala, donde las medidas de bioseguridad permitieron solo ocupar el 25 por ciento de sus más de 800 butacas.
Momento especial protagonizó el cantautor y escritor nicaragüense Ofílio Picón, quien interpretó varios poemas musicalizados, entre ellos Melancolía, Canto de Esperanza y A Margarita Debayle, de Rubén Darío.
Previo a su interpretación, el artista narró las circunstancias en que fueron escritos esos versos como la pérdida de un gran amigo, la añoranza de mejores tiempos y las andanzas de la hija de un querido compañero, mientras disfrutaba en una de las playas del Pacífico.
‘Este poema (A Margarita Debayle) ha hecho soñar a muchas niñas de todo el continente desde que se escribió en 1908’, dijo Picón, quien estuvo acompañado por adolescentes e infantes de la Academia El Telón, en una especie de homenaje a los pequeños de casa, quienes el venidero 1 de junio celebran su día internacional.
Como colofón de la gala, la solista Valeria Ovando interpretó Himno a Rubén Darío, cuyo verso se hizo música anoche en medio de un ambiente, donde reinó la paz y la unidad entre ‘dos naciones hermanas’, porque al decir del poeta resulta necesario:
‘Unión, para que cesen las tempestades; para que venga el tiempo de las verdades; para que en paz coloquen los vencedores sus espadas brillantes sobre las flores; para que todos seamos francos amigos, y florezcan sus oros los rubios trigos (…)’.
jcm/npg/cvl