De ellos, 64 tomaron distancia del partido político que los llevó a obtener un escaño hace cuatro años y buscan entrar nuevamente pero con otra agrupación, confirmaron mediante un informe distintas entidades que analizan el trabajo de esa instancia.
Reunidas en un bloque llamado Congreso eficiente, ejemplificaron con nombres como Andrea Villagrán, quien escaló en 2019 a través de Bienestar Nacional (BIEN) y milita desde hace un tiempo atrás en las filas de Semilla, fuerza con la aspira a continuar sus funciones.
El exmiembro de Unidad Nacional de la Esperanza (UNE) Orlando Blanco, con un asiento desde el 2012, tras diferencias optó por formar un partido con disidentes y pretende ahora su reelección con Voluntad, Oportunidad y Solidaridad (VOS).
El Centro de Investigaciones Económicas Nacionales (CIEN), la Fundación Proyecto de Vida, Fíjate Bien y Guatemala Visible recordaron en el texto que la Ley electoral de 2016 no castiga el cambio de agrupación.
Solo niega a los congresistas presidir comisiones de trabajo e integrar la Junta Directiva al renunciar a una fuerza, aunque la mayoría sigue con uno cuando en la práctica ya forma parte de otro, advirtieron.
El artículo 157 de la Constitución establece que un número equivalente al 25 por ciento del total de diputados distritales se elegirá en la lista nacional.
Teóricamente, según analistas, la cantidad de legisladores en esta nación centroamericana obedece a un criterio de representación proporcional con el tamaño de la población.
Unos 9,3 millones de guatemaltecos acudirán a las urnas en 23 días para elegir a un nuevo mandatario, vicemandatario, los 160 diputados al Congreso, 20 al Parlamento Centroamericano y 340 alcaldes municipales para el periodo 2024-2028.
Si ninguno de los candidatos a la presidencia obtiene el 50 por ciento más uno de los votos, el Tribunal Supremo Electoral fijó una segunda vuelta el domingo 20 de agosto, en la que participarán los dos binomios con la mayoría de papeletas en la primera fecha.
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