Por medio de un mensaje al pueblo colombiano, señalaron que el diálogo exige reencontrar la clarividencia junto con la libertad de espíritu, el sentido de la justicia junto con el respeto a los derechos humanos de todos, el significado de la equidad y de la solidaridad, el valor de la confianza mutua y de la fraternidad.
Es necesario creer que el diálogo es posible, aunque las posturas tensas e inconciliables, a primera vista, pareciera que no dan lugar a acuerdos, enfatizaron.
Recalcaron que no es una utopía por lo cual es necesario apostarle a esta herramienta, vencer los obstáculos y dejar que tengan prioridad las causas justas que están en juego.
‘El diálogo, aunque es difícil, es el único camino humano para la solución de los conflictos y su fruto más valioso es la paz’, manifestaron las auroridades religiosas.
Resaltaron que el diálogo pide disposición para ceder o conceder por el bien común, pues implica abrirse al intercambio sincero de pareceres, para alcanzar la comprensión mutua y avanzar hacia los puntos de contacto que ofrecen soluciones a las divergencias.
‘El diálogo debe poner en el centro las necesidades de los pobres y vulnerables, de los marginados y excluidos, de las víctimas de la violencia, de los que han sido vulnerados en sus derechos fundamentales’, remarcaron los obispos.
Exhortaron a no olvidar a los enfermos ni a los profesionales de la salud que enfrentan la pandemia del Covid-19 sin los recursos necesarios; a quienes perdieron sus empleos o no pudieron reactivar sus negocios, a los campesinos, los servidores públicos, y a los afectados por las situaciones que vieve el país.
‘El diálogo necesita apuntar a lo fundamental y prioritario, de modo que resulte fecundo y pueda avanzar hacia los acuerdos que se necesitan’, remarcaron.
Finalmente señalaron que el diálogo reclama la participación y el aporte de toda la sociedad porque, como recordó el Papa Francisco en su visita a Colombia, es una tarea que no da tregua y que exige el compromiso de todos.
Desde el pasado 28 de abril Colombia vive en una crisis social y política a causa de la respuesta gubernamental, marcada por la violencia, al paro contra políticas económicas del gobierno de Iván Duque.
El Comité Nacional de Paro, uno de los grupos que encabezan estas jornadas de protestas, intenta negociar con el gobierno un pliego de demandas en las cuales sobresale como elemento esencial la garantía de la protesta pacífica.
El gobierno de Duque sigue sin firmar un preacuerdo al respecto, las negociaciones están estancadas y el paro continúa.
En 34 días de movilizaciones, más de 70 personas murieron a causa de la represión policial, militar y paramilitar, de acuerdo con numerosas denuncias.
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