Por Orlando Oramas León
Corresponsal de Prensa Latina en Uruguay
En el Partido Comunista de Uruguay (PCU) estaban claros de lo que se venía y el peligro que acechaba a su órgano de difusión, el periódico El Popular, “que cubría las luchas de las clases trabajadores y otras realidades del país”, según consignó en entrevista exclusiva con Prensa Latina el director del Centro de Fotografía (CdF) de Montevideo, Daniel Sosa.
Finalmente el golpe de Estado se concretó el 27 de junio de 1973, pero desde antes la dirección del PCU y de El Popular había tomado sus previsiones. Fue a tiempo. La redacción del diario fue allanada y destruida.
En días previos, los trabajadores de la imprenta retiraron una pieza importante de la rotativa a fin de hacerla inutilizable. A un camarada se le entregó la custodia de los bienes económicos para que no fueran confiscados.
Por el contrario, el archivo fotográfico, con imágenes de la historia del país de 1957 a 1973, no salió del edificio Lapido, en la avenida 18 de julio, donde radicaba el diario. Fue escondido en latas de películas dentro de un ducto de aire del inmueble, y su paradero se convirtió en una incógnita sin resolver durante 33 años.
El PCU y su periódico quedaron proscritos. Sus reporteros gráficos, que se consideraban “militantes devenidos fotógrafos”, debieron tomar varios caminos, incluido el del exilio, entre ellos, el jefe del equipo, Aurelio González, quien nunca cejó en la idea de recuperar aquel tesoro hecho negativos.
Pero antes los fotógrafos del rotativo tomaron constancia de los momentos previos al golpe de Estado y de la histórica huelga general con que los trabajadores uruguayos resistieron durante dos semanas desde sus puestos de trabajo el zarpazo a la Constitución y al país por actores políticos y la cúpula de las fuerzas armadas.
Fueron esas las instantáneas que, por varias maneras, salieron al mundo, distribuidas por los colectivos de uruguayos exiliados, una tarea de la que el exjefe de fotografía de El Popular fue uno de sus principales promotores.
En el país estaba impuesto un régimen de terror lo cual probablemente explique que Uruguay resultó de los países latinoamericanos donde menos se fotografió la dictadura militar y sus violaciones de los derechos humanos.
Así lo reconoce el director del CdF, institución adscrita a la Intendencia de Montevideo que gestiona un acervo con imágenes de los siglos XIX, XX y XXI.
Además, propicia espacio para la investigación y generación de conocimiento sobre la fotografía en sus múltiples vertientes.
“Cuando comenzamos esta responsabilidad, visualizamos como un hueco negro lo que tiene que ver con la fotografía generada en el periodo de la dictadura y ahí comenzó una labor de promoción y buscar trabajos vinculados a ese período, describe Daniel Sosa.
Fue un trabajo iniciado en el 2000 y hoy se ha avanzado mucho, refiere. De ello da constancia la exposición Luces del silencio, que se exhibe en el sótano de la sede del CdF, con instantáneas de la época del régimen de facto y cuyos autores no habían hecho circular.
Hay que recordar –acota Sosa- que en otros países, como Chile, la dictadura cobró la vida y desaparición de fotógrafos y que en Uruguay durante más de un decenio se registraron violaciones de los derechos humanos y hasta hoy hay 192 detenidos desaparecidos.
UNA HISTORIA DE PELÍCULA
Mientras tanto, el archivo de El Popular seguía en paradero desconocido. “En 2005 el Centro de Fotografía le rinde homenaje a Aurelio González.
Él contó la historia de los negativos que algún día tendrían que aparecer, porque cuando regresaron del exilio el edificio había sufrido una reforma estructural y el sitio donde habían dejado las latas no existía más.
Por aquellos días el Centro preparaba una exposición sobre el tema y por una de tantas casualidades su director dio con un joven, cuyo padre fue el que ordenó las obras en el edificio Lapido.
Los obreros le habían contado al muchacho de la existencia de unas latas con películas detrás de una pared falsa que estaban echando abajo para hacer un estacionamiento. Cuando metían la barreta salían películas, decían.
El joven tenía para entonces 13 años de edad y con sus amigos jugaba a los policías y Tupamaros con aquellos negativos. Cuando llegó a los 18 o 19 años se da cuenta de que aquellas latas debían tener alguna importancia y va a varios periódicos a ofrecer el hallazgo, pero no le dan importancia.
Por otra de las casualidades dio con nosotros y nos entregó aquel tesoro para que tuviera mejor uso. Solo nos pidió que el padre no supiera, pues era hombre de derecha, relata mi entrevistado.
“Sacamos 84 latas de la pared y los negativos estaban como si fueran tomados el mismo día. La humedad había oxidado las latas por fuera y al interior las películas quedaron como selladas al vacío”.
Son imágenes del accionar del diario con una visión muy diferente a las de otros rotativos de la época. Entre ellas sobresalen las instantáneas del sepelio de Líber Arce, militante de la Unión de la Juventud Comunista, considerado el primer mártir estudiantil de Uruguay, baleado por la policía y murió el 14 de agosto de 1968.
Son 58 mil fotografías a las que se suman las de otras 30 cajas que alguien recuperó hace poco, y que el Partido Comunista Uruguayo puso en manos del CdF para su custodia, preservación y socialización.
EN LA MEMORIA DEL MUNDO
Hace unas pocas semanas el Consejo Ejecutivo de la Unesco aprobó la inclusión del Archivo Fotográfico del diario El Popular en el registro internacional del Programa Memoria del Mundo.
Al fundamentar tal decisión, los dirigentes de la institución consideraron que “es uno de los conjuntos fotográficos con valor histórico y social más significativos de Uruguay”.
Añade que “la preservación y difusión de este archivo permite abordar cuestiones sociales fundamentales como la herencia y las rupturas culturales entre los jóvenes de hoy y sus padres, o el debate sobre las desigualdades de género en el pasado y en el presente”.
El Programa Memoria del Mundo es un plan global para salvaguardar la memoria del mundo de múltiples amenazas: guerras, deterioro y destrucción de archivos e incluso la amnesia colectiva, dice la Unesco.
Pero en Uruguay, sobre todo, quiere decir: Para no olvidar.
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