Según la revista PLOS Biology, expertos de la Universidad de Queesland, Australia, evaluaron cómo estos enfrentan la lectura de artículos, redacción, publicación, divulgación y participación en conferencias, y detectaron una desventaja sustancial.
En comparación con los angloparlantes nativos, los que no lo son necesitan hasta el doble de tiempo para llevar a cabo cada una de estas actividades.
Puntualizan que los trabajos se rechazan dos veces y media más, y se pide que se revisen doce veces y media más, algo que resulta muy estresante.
Estas razones de un modo u otro provoca que un tercio de los científicos y académicos renuncien a participar en congresos internacionales, y la mitad prefieren no presentar ponencias por no tener confianza en la comunicación en inglés.
Los investigadores alertaron que la barrera lingüística está provocando el estancamiento de muchas carreras prometedoras, y muchos estudiosos las abandonan en fase temprana, creándose un problema de equidad.
“Estamos perdiendo potencialmente una enorme contribución a la ciencia de un gran número de personas, simplemente porque su lengua materna no es el inglés», lamentaron los expertos.
Los investigadores propusieron liberar el potencial de las comunidades desfavorecidas y abordar este problema de forma proactiva apoyando -por ejemplo- la edición lingüística de manera gratuita para alcanzar la multilingüización de la ciencia.
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