La disminución de los recursos obligó al segundo recorte de la ración en tres meses y, según el director de País del PMA en Bangladesh, aunque muchos donantes apoyan la financiación, lo recibido es inferior a lo que se necesita para el soporte humanitario.
“Es absolutamente fundamental que devolvamos a las familias rohingya la asistencia completa que merecen. Cuanto más esperemos, más hambre veremos en los campamentos; ya estamos viendo más niños admitidos en programas de tratamiento de desnutrición”, refirió el funcionario.
Más de 950 mil rohingyas siguen varados en campos de refugiados en Cox’s Bazar, en el sur de Bangladesh, después de que la mayoría huyera de Myanmar tras una campaña militar genocida en el estado de Rakhine en 2017.
La agencia para los refugiados, Acnur, que brinda ayuda a los refugiados desde que estalló la crisis, señaló que la asistencia alimentaria del PMA es la “única fuente confiable con la que pueden contar para satisfacer sus necesidades básicas de alimentación y nutrición”.
“Pero, desde principios de año, este salvavidas ha estado bajo una fuerte presión debido a la reducción de la financiación de los donantes”, acotó.
Junto con la asistencia de alimentos frescos, el PMA implementa programas de nutrición para mujeres embarazadas y lactantes y niños menores de cinco años.
A pesar de este apoyo adicional, los hogares vulnerables siguen teniendo dificultades para llegar a fin de mes.
La única solución para evitar que la situación se deteriore aún más es restaurar las raciones completas para toda la población rohingya de inmediato, detalló Acnur.
El plan de respuesta a la crisis humanitaria de este año, que requiere unos 875 millones de dólares para llegar a casi un millón de necesitados, está financiado solo en una cuarta parte.
Los impactos de tales recortes son particularmente devastadores para las mujeres y los niños, que constituyen más del 75 por ciento de la población refugiada y enfrentan mayores riesgos de abuso, explotación y violencia de género, advirtió la agencia.
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