Grupos de manifestantes se reunieron en el viaducto de Delmas, rebautizado como Cruce de la Resistencia, y también en las inmediaciones de la residencia oficial de Henry donde se desplegó un fuerte dispositivo policial que incluso disparó gases lacrimógenos cuando intentaron entregar un mensaje al jefe de Gobierno.
Blandían carteles con mensajes como “El pueblo tiene hambre”, “Estados Unidos deja de apoyar a Ariel Henry” o “Demasiada sangre derramada. Arresten a Ariel Henry”.
“Ariel Henry tiene mucha sangre bajo las manos. El pueblo está peor desde que asumió el poder”, dijo uno de los inconformes en el Cruce de la Resistencia, donde también celebraron ceremonias religiosas para librar al país del “mal”.
Henry cumplió este jueves dos años como primer ministro con un balance cuestionable y sin cumplir las promesas de cuando llegó a la oficina del Gobierno.
El neurocirujano de 73 años fue nombrado dos días antes del asesinato del presidente Jovenel Moïse y entre sus compromisos se encontraba forjar un acuerdo inclusivo que permitiera acercar las posturas políticas profundamente divididas por el mandato del exjefe de Estado.
Sin embargo, dos años después la situación no varió mucho y tanto Henry como sus oponentes parecen enquistados en sus posturas, pese a las mediaciones de la comunidad internacional y de la crisis de inseguridad que se agravó bajo su gestión.
Henry solo frente al ejecutivo, sin contraparte del Parlamento y con una justicia disfuncional, tampoco ha podido concretar un proceso electoral ni reformar la Constitución o hacer avanzar la investigación del magnicidio.
La polarización política se agudizó, mientras la inseguridad llegó a niveles sin precedentes, y la hambruna afecta a casi la mitad de la población.
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