Miembros de ambas comunidades combaten debido a que los primeros utilizan pastos y abrevaderos en zonas que los segundos consideran de su uso exclusivo.
Los pastores fulani asentados desde siempre en el estado de Plateau (norte) descienden hacia el centro del país en busca de alimentación y agua para sus reses, recursos cada vez más escasos debido a una brutal sequia que se extiende casi una década.
Recuentos de entidades humanitarias nigerianas e internacionales coincidieron en cifrar en 80 mil el número de refugiados internos por los choques armados que han causado la muerte a unas 300 personas entre ellas civiles no beligerantes atrapados entre dos fuegos.
El gobierno federal despachó tropas y medios para interponerse entre ambas comunidades, pero los choques armados persisten junto a frecuentes acusaciones mutuas de cuatrerismo y de ataques armados a aldeas inermes.
De su lado, el jefe del Estado Mayor del Ejército nigeriano, general anunció horas atrás el inicio de una operación especial diseñada para “terminar con la crisis”, según comunicado oficial difundido por los medios locales.
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