En el salón Las Cariátides, del Palacio Nacional, se honró la trayectoria laboral de Ramón Rafael Ramos, Francisco Ulloa, Ángel Bertile Nivar, Gaspar Rodríguez, Juan Antonio Robles y Manuela Josefa Cabrera, y de forma póstuma a Bartolo Alvarado (El Cieguito de Nagua) y Rafael Francisco Ulloa.
Abinader sostuvo que «lo que estamos haciendo hoy es un pequeño acto de justicia para una colectividad que representa la base real de nuestra cultura”.
Comentó que, además de destacarles, el Gobierno tiene el propósito de establecer un plan para identificar las necesidades de ese sector y buscar la manera de promover y consolidar el merengue típico en el país.
En ese sentido, comunicó la decisión de construir en el municipio de Mao, provincia Valverde, un museo y teatro del merengue típico, donde los turistas, tanto nacionales como internacionales, puedan conocer la historia, aportes y desarrollo de ese género.
El dignatario expresó que ese estilo “es parte de nuestra cultura, de nuestra historia, hasta de las luchas democráticas y ustedes, dijo, también lo son”.
Durante el acto, exhortó a los congratulados a organizarse y formarse en cooperativas para poder facilitar las ayudas que precisan, tanto personales como del sector cultural.
Acompañaron al presidente la ministra de Cultura, Milagros Germán, y los titulares administrativo de la Presidencia y de Interior y Policía, José Ignacio Paliza y Jesús Chu Vásquez, respectivamente.
El merengue es considerado un tesoro cultural de República Dominicana, donde se baila por igual en zonas rurales que urbanas, pero también en otros lugares del planeta adonde llegó y ganó el afecto del público por su ritmo sensual.
El 26 de noviembre de 2005 un decreto presidencial proclamó el Día Nacional del Merengue. Con ese gesto se honraba que 151 años atrás apareció publicado por primera vez el vocablo «merengue» en el periódico El Oasis.
Los reconocimientos locales e internacionales lo distinguen. En 2016 la Unesco lo declaró Obra Maestra del Patrimonio cultural, Oral e Inmaterial de la Humanidad, lo que puso en
puntas de pie a su orgulloso pueblo.
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